Despierto y las sabanas mantienen tu olor, la cama tu silueta y la almohada tus besos. Aun sigues aquí.
Escucho tus pasos y sé que regresas a mi, al refugio que creamos a salvo de miradas y palabras ajenas.
Tan protegido que permanecemos desnudos sin miedo ni pudor a lo que vemos y sentimos.
Sin perjuicios cuando nos buscamos y los cuerpos se enlazan cuando se encuentran.
La pasión nos reclama. La intensidad nos posee. Hay un ritmo marcado por el mutuo deseo.
Hay un tú, un yo y la urgencia de crear un nosotros.
No hay prisa ni silencio. No hay calma ni sigilo.
Escucho tus pasos y sé que regresas a mi, al refugio que creamos a salvo de miradas y palabras ajenas.
Tan protegido que permanecemos desnudos sin miedo ni pudor a lo que vemos y sentimos.
Sin perjuicios cuando nos buscamos y los cuerpos se enlazan cuando se encuentran.
La pasión nos reclama. La intensidad nos posee. Hay un ritmo marcado por el mutuo deseo.
Hay un tú, un yo y la urgencia de crear un nosotros.
No hay prisa ni silencio. No hay calma ni sigilo.
Hay un tiempo que no existe, un amor que no conoce el fin.