21 junio 2009

Hay que retroceder

Hay que retroceder


El origen de este blog era que me ayudara a entenderme a mi misma, así que tengo que continuar donde lo dejé hace unos días aunque me cueste.

Tras la recaída volvió la medicación y la terapia. Ya era serio, muy en serio y había que buscar los orígenes.
Es muy difícil contar a nadie mi vida desde la realidad, porque me di cuenta de que, inconscientemente, había seleccionado mis recuerdos de tal manera que cree un personaje y era feliz, tenia una buena vida.
En la terapia individual cada vez que me hacía indagar en el porqué de algo que había dicho, yo empezaba a adornarlo y por fin mi terapeuta me dijo que era imposible que todo fuera tan bonito y tan perfecto.

Y me di cuenta de que había convertido mi propia historia en la que yo quería que hubiese sido y así los demás conocían de mi lo que yo quería enseñarles.

Entonces ¿Quien soy yo? ¿Toda mi vida ha sido una mentira?

No, soy la consecuencia de mis experiencias en la infancia, del pánico a que nadie supiera lo sucedido, de la vergüenza.
Por eso siempre he buscado que me quieran, que me acepten, como si no lo mereciera.

Cuando la gente se fue enterando de que estaba de baja y el porqué me llamaban alarmados, no se creían que yo pudiera estar deprimida. Yo que era el reflejo de la felicidad, la que siempre sonreía, la que afrontaba los problemas con seguridad y alegría, yo, precisamente yo, no podía estar deprimida ¿Y que le contestas a quien tiene esta opinión de ti?
Te vas por las ramas e intentas cambiar de tema porque no quieres revelarles que esa de la que hablan no eres tú, y les explicas que la depresión es una enfermedad no un estado de animo, la tristeza la sentimos todos en un momento dado pero eso no es depresión.
Y entonces me quité la venda de los ojos y empecé a ver la realidad. Los recuerdos son tan duros y cuesta tanto asumir que son míos que aún me cuesta compartirlos.



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