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26 julio 2010

De Madrid al Cielo

De Madrid al Cielo

Se dice "De Madrid al cielo y desde allí un agujerito para verlo" y que verdad es.
Si, soy madrileña ¡y a mucha honra!

Madrid es la ciudad que me vio nacer, en la que crecí y sufrí la adolescencia, en la que me enamoré, desenamoré y me volví a enamorar, la que puso a Javi en mi destino, en la que han nacido mi hija y mi niño, en la que he aprendido a vivir a base de experiencias buenas y malas, la que guarda mis recuerdos, la ciudad que me ha dado todo lo que de verdad importa.

Madrid es la ciudad en la que todos son bienvenidos y a todos acoge.
Histórica y cosmopolita, moderna y tradicional, cívica e incívica, tranquila e insoportablemente ruidosa, rica y miserable, rebosante de cultura e incultos, ... Todo tiene cabida en esta enorme y hermosa ciudad llena de contradicciones como todas las grandes ciudades.

Mis primeros recuerdos discurren por el barrio de El Retiro en el que mi hermano y yo, perfectamente uniformados y cartera en mano, andábamos por sus calles camino del colegio o de vuelta a casa. Los paseos hasta el Parque de El Retiro y las tardes que pasamos allí, con suerte a la vuelta parábamos en la emblemática librería-papelería Pirulo y disfrutábamos de todo lo que allí tenían, aun hoy cuando entro en alguna papelería el olor me sigue transportando hasta aquellos días.
Los domingos por la mañana en que nuestra madre nos daba 15 pesetas y corríamos a la churrería a por 5 pts. de churros y 10 pts. de porras ¡50 centimos cada churro y 1 pts cada porra! Siguen siendo las mejores de Madrid.
Retiro sigue siendo mi barrio aunque lleve años fuera de él pero de vez en cuando me acerco sólo por el placer de volver a sentir todo lo que allí viví.

Nací en el barrio de Chamberí y muchos años después la casualidad y el trabajo me llevaron de nuevo allí, justo enfrente de la iglesia en la que me bautizaron, y descubrí otro Madrid también lleno de encanto y tradición.
A partir de ese momento me propuse conocer a fondo mi ciudad, quería saber como y porqué Madrid me tenia tan enganchada. Y encontré tantos motivos que terminé enamorada de ella por completo.

Hace tiempo en una reunión alguien nos dijo que ésta es una ciudad "sin pasado histórico importante, sólo es la capital de España" (lit.). Un individuo inculto, soberbio y con sonrisa de "ahí dejo eso".
La sonrisa se la congelamos con un par de cosillas "sin importancia".
Una anécdota que lamentablemente no lo es tanto.

¿Sabíais que a los madrileños nos llaman Gatos? para conocer el motivo nos remontaremos al siglo XI.
En el año 1085 las tropas del rey Alfonso VI se acercaron a Madrid, ciudad musulmana amurallada, en silencio para no llamar la atención y con ánimos de conquista.
Un soldado, utilizando tan solo una daga, comenzó a escalar la pared con una agilidad sorprendente.
Una vez arriba quitó la bandera árabe y puso la cristiana.
Gracias a él las tropas españolas pudieron reconquistar la ciudad.

Al soldado que escaló la muralla le empezaron a apodar “Gato", y posteriormente a su familia también.
Hay que ser madrileño de tercera generación para ser Gato/a, y aunque me siento gata de la cabeza a los pies me falla la rama materna, porque mi padre era un madrileño castizo y postinero.
Pero yo que soy más chula que un ocho, fui a casarme con otro madrileño que se enorgullece al decir "Soy del foro".

Y no, Madrid no tiene playa ¿Y qué? Tenemos pantanos, Sierras y Ríos donde la naturaleza luce su belleza y recursos con unos remansos magníficos para bañarse, y ¡Anda que tardamos mucho en llegar a la costa que queramos!
Madrid es mucho más merece la pena conocerlo.

Me he tomado la licencia de ilustrar este post con una foto de la Cibeles, podía haber escogido otra muchísimo mejor y más bonita, pero esta madrileña orgullosa de serlo, es además madridista y que mejor imagen que la Diosa a la que dedicamos nuestros triunfos y con la que celebramos cada uno de ellos ¡No lo he podido evitar!


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23 mayo 2010

La Habana

La Habana

Cuando, por motivos laborales, me tocó viajar a Cuba a cargo de un grupo de compañeros, no me imaginaba hasta que punto la ciudad de La Habana me iba a enamorar.

Unos días antes mi hermano me dejó una película relacionada con mi viaje, era "Habana Blues", un film dirigido por el español Benito Zambrano en el año 2005, y que se alzó con multitud de premios. La película utiliza la música de forma magistral y en las letras no faltan las criticas a la situación en Cuba, de la misma manera que el argumento gira entorno a la cotidianidad en la ciudad de La Habana.

No soy crítica de cine, pero en mi humilde opinión es una de las mejores películas de trama social que he visto hasta ahora. Me encantó la primera vez que la vi.

Cuando llegamos a La Habana reconocí cada escena, cada color, cada paisaje, cada gesto, cada sonrisa, cada miseria, ...
Su gente tiene algo que en gran parte hemos perdido, alegría, pasión por la vida, educación, imaginación para continuar, orgullo para salir ¡Sobrevivir!

El viaje era uno de esos organizados en el que pasamos unos días en La Habana con las típicas excursiones, y el resto en Varadero para disfrutar de la playa caribeña.
Si, Varadero es una postal turística, playas maravillosas y excursiones de ensueño, pero no lo cambio por La Habana, a pesar de todo, me quedo con La Habana.

Como suele ocurrir siempre, ya en el aeropuerto, había gente con opiniones propias y preestablecidas que intentaban inculcarnos a todos.
A la vuelta esas mismas opiniones "cargadas de razón" habían desaparecido para dar paso a la realidad de lo que habíamos visto y vivido.

Es complicado explicar como una ciudad prácticamente destruida puede ser tan hermosa y resultar tan acogedora. Es difícil de contar sin que se me haga un nudo en el estomago, que la guía que nos acompañó durante aquellos días se quedo con un trozo del corazón de cada uno. Según sus propias palabras "nunca tuvo un grupo como el nuestro" y lloramos al despedirnos de ella en el aeropuerto ¡Todos! como si dejásemos allí a un familiar muy querido.
Que la preciosidad que atendía el bar en el hotel de La Habana, no pudo despedirse por la pena, decía que éramos como los de "Aquí no hay quien viva" (que allí veían la serie) ¡Que no liaríamos! y que bien nos lo pasamos con ella.
Que el chofer del autocar que tuvimos a nuestra disposición antes de Varadero, es un caballero, todo educación y discreción. Cuando nos dejó en Varadero tenia que volver a La Habana, pero lo retrasó todo lo que pudo, comió con nosotros, tomamos café con el jardín, ... ni él quería irse ni nosotros que se fuese.

¿Como explico que dejamos La Habana sin ron de tanto mojito como bebimos? Y sin embargo en Varadero, con pulserita de todo incluido ¡ni catarlo!

Javi y yo nos hemos hecho la promesa de volver, pero solos y únicamente a La Habana, no sé cuando ¡pero volveremos!

Ya en casa volví a ver Habana Blues, y desde entonces suelo verla de vez en cuando o escucho la genial banda sonora ¡os la recomiendo!


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03 abril 2010

Llegué ...

Llegué ...

Llegué, te vi, te conocí y me enamoré irremediablemente.
No sé bien que fue, quizás tu arquitectura, tus playas, tus paseos, tus contrastes, tu silueta desde la cima del monte Igueldo, tu cultura, o seguramente porque es donde más disfruto de la mar. Me das paz.

Recorro tus barrios y calles andando despacio, sin prisa, guardando en la retina cada detalle.
Llego hasta una de las magníficas obras de mi escultor favorito, Eduardo Chillida, se trata de El Peine del Viento donde puedo oír la mar, acariciarla.

Vuelvo sobre mis pasos para llegar a Ondarreta, la playa que antecede a tu tesoro más universal, La Concha, la bahía serena, destino de todos aquellos que te buscan, sueño de los que te ansían. Y en ese paseo me detengo para admirar el horizonte. Un gigante a cada lado te custodian, Igueldo y Urgull, y en el centro, la isla de Santa Clara, escudo natural contra las embestidas cantábricas.

La  mar me llama y reanudo mi camino hacia el Paseo Nuevo que rodea Urgull. Al llegar al punto donde no te veo, me encuentro cara a cara con la mar y me quedo, la observo, la siento, la huelo y pido que suban las olas, que rompan más fuerte contra las rocas, que me moje, no importa, que me moje. Cierro los ojos y me dejo llevar por sus sonidos, no existe nada más, sólo ella y yo. Pero he de continuar y sólo digo hasta luego.

De nuevo te veo tras el Kursaal, tu obra más moderna y rompedora, alcanzo su puente sobre el río Urumea y al llegar al centro siempre me pregunto ¿Donde acaba el río? ¿Donde empieza la mar? Más allá llego hasta la Zurriola, tu playa más salvaje, donde la mar rebosa fuerza y las olas atraen el espectáculo del surf y las cometas.

La cultura te representa en el Festival de Jazz y en el Donostia Zinemaldia (Festival Internacional de cine de San Sebastián), como los nombres ilustres que han dado fama a tu gastronomía, los pintxos, el txacolí, las traineras, ...

Con razón te llamaron la Bella Easo, eres hermosa por dentro y por fuera, aunque ahora se empeñen en que ese nombre no iba dirigido a ti, sigues siendo la más bella.

Llegué, te vi, te conocí y me enamoré irremediablemente.

Eskerrik asko Donostia 
Gracias Donosti

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