Decimos "mañana será otro día" esperando realmente que así será, pero llega "mañana" y decimos lo mismo.
Podemos dejar la vida pasar esperando ese mañana en el que todo saldrá como queremos, en el que ocurrirá aquello que soñamos. ¿Y si no llega? Habremos desperdiciado nuestro ratito, porque la vida es eso, un ratito.
Cuando llegué a los cuarenta me di cuenta de que había dejado pasar la mitad de mi vida (eso con suerte) sin disfrutar las cosas realmente importantes.
Mi hija se hizo mujer y yo estaba trabajando, al igual que en su adolescencia, esa etapa crucial en la que las hormonas se revolucionan. Cuando se enamoró la primera vez, cuando descubrió lo que quería hacer con su futuro también estaba trabajando.
Yo me engañaba pensando que el tiempo que estábamos juntas compensaba las ausencias. Error, y quien me diga que no importa la cantidad de tiempo que pasé con ella si no la calidad, también se engaña.
Es cierto que hoy mantengo una relación excelente con ella, pero nadie me va a devolver los momentos que tenía que haber vivido a su lado.
Mi madre, esa increíble mujer que trabajó incansablemente para darnos lo mejor y que hoy, ya jubilada, sigue pendiente de lo que nos ocurre, para mí siempre fue joven, hermosa, sana y fuerte. Ahora me doy cuenta de que sigue siendo hermosa, pero no es tan joven ni tan sana ni tan fuerte aunque ella quiera aparentar lo contrario.
Este es el momento en el que yo tendría que estar pendiente de ella, tendría que cuidarla. Pero soy yo quien la necesita y me siento tan pequeña, tan inútil ...
No quiero pensar en mañana quiero vivir hoy, pero de verdad, cada segundo.
Podemos dejar la vida pasar esperando ese mañana en el que todo saldrá como queremos, en el que ocurrirá aquello que soñamos. ¿Y si no llega? Habremos desperdiciado nuestro ratito, porque la vida es eso, un ratito.
Cuando llegué a los cuarenta me di cuenta de que había dejado pasar la mitad de mi vida (eso con suerte) sin disfrutar las cosas realmente importantes.
Mi hija se hizo mujer y yo estaba trabajando, al igual que en su adolescencia, esa etapa crucial en la que las hormonas se revolucionan. Cuando se enamoró la primera vez, cuando descubrió lo que quería hacer con su futuro también estaba trabajando.
Yo me engañaba pensando que el tiempo que estábamos juntas compensaba las ausencias. Error, y quien me diga que no importa la cantidad de tiempo que pasé con ella si no la calidad, también se engaña.
Es cierto que hoy mantengo una relación excelente con ella, pero nadie me va a devolver los momentos que tenía que haber vivido a su lado.
Mi madre, esa increíble mujer que trabajó incansablemente para darnos lo mejor y que hoy, ya jubilada, sigue pendiente de lo que nos ocurre, para mí siempre fue joven, hermosa, sana y fuerte. Ahora me doy cuenta de que sigue siendo hermosa, pero no es tan joven ni tan sana ni tan fuerte aunque ella quiera aparentar lo contrario.
Este es el momento en el que yo tendría que estar pendiente de ella, tendría que cuidarla. Pero soy yo quien la necesita y me siento tan pequeña, tan inútil ...
No quiero pensar en mañana quiero vivir hoy, pero de verdad, cada segundo.
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