La vuelta al cole me ha recordado pequeños detalles, que no parecen importantes, pero que ahora en la distancia me resultan entrañables.
Aquel niño tan bueno que no quería entrar si no iba de mi mano, y que se despedía llorando de mi madre o mi tía dejándolas acongojadas, se convertía en "otro" nada más salir al recreo.
Pero claro, eso sólo lo sabía yo, una mocosa que no convencía a nadie por mucho que insistiera en que mi hermanito, con aquella carita tan dulce y tan apegado a mami, tías y abuela era un verdadero trasto, esa definición era sólo privilegio mío.
Si os fijáis en la foto, no soy la única que tiene las piernas llenas de cardenales. Por si alguno piensa que es un defecto de la foto, no, no lo es, los moretones son reales, aunque se vean en gris.
Que digo yo que eso era una prueba, pues no, es que los demás niños le pegaban ¿Será posible? Alguna peleilla tuvo, como todos los niños, pero sin ninguna importancia. Con sus amigos se arrastraba por el suelo, era un súper héroe, jugaba a algo que pretendía ser fútbol, nos incordiaba, etc.
El lamentable estado en el que llegaba a casa era otra prueba más. El color de sus piernas, manos, muñecas y cara, era algo indefinido e indescriptible. Hasta el punto de que mi madre antes de meterle en el baño le tenía que poner en "remojo"
En la casa donde vivíamos entonces había, además del baño completo, un aseo con lavadero de aquellos que servían para restregar la ropa, y allí metía mi madre a mi hermano, iba a por el jabón Lagarto y con un estropajo empezaba la "limpieza" para quitar aquella mugre acumulada por mi hermano en un solo día.
Quedaba limpito limpito, preparado para un baño en condiciones. Él, que es casi pelirrojo, se parecía ya a mi hermano ¡Menos mal! Porque había días que no sabía si el que nos llevábamos a casa era Luismi u otro.
Lo del baby era una más de las pruebas. Menos mal que mi madre, como casi todas, es una mujer prevenida y para mi hermano tenia dos. La única manera de quitarle la porquería era hervirlos en una cacerola enorme.
Las lavadoras aun eran muy caras entonces, pero mi madre no tardo en comprar una, ¡Harta estaba de lavar la "ropita" de sus niños!
Pero que quede claro, el que se manchaba era mi hermano, que yo he sido siempre "muy buena y muy limpia"
Aquel niño tan bueno que no quería entrar si no iba de mi mano, y que se despedía llorando de mi madre o mi tía dejándolas acongojadas, se convertía en "otro" nada más salir al recreo.
Pero claro, eso sólo lo sabía yo, una mocosa que no convencía a nadie por mucho que insistiera en que mi hermanito, con aquella carita tan dulce y tan apegado a mami, tías y abuela era un verdadero trasto, esa definición era sólo privilegio mío.
Si os fijáis en la foto, no soy la única que tiene las piernas llenas de cardenales. Por si alguno piensa que es un defecto de la foto, no, no lo es, los moretones son reales, aunque se vean en gris.
Que digo yo que eso era una prueba, pues no, es que los demás niños le pegaban ¿Será posible? Alguna peleilla tuvo, como todos los niños, pero sin ninguna importancia. Con sus amigos se arrastraba por el suelo, era un súper héroe, jugaba a algo que pretendía ser fútbol, nos incordiaba, etc.
El lamentable estado en el que llegaba a casa era otra prueba más. El color de sus piernas, manos, muñecas y cara, era algo indefinido e indescriptible. Hasta el punto de que mi madre antes de meterle en el baño le tenía que poner en "remojo"
En la casa donde vivíamos entonces había, además del baño completo, un aseo con lavadero de aquellos que servían para restregar la ropa, y allí metía mi madre a mi hermano, iba a por el jabón Lagarto y con un estropajo empezaba la "limpieza" para quitar aquella mugre acumulada por mi hermano en un solo día.
Quedaba limpito limpito, preparado para un baño en condiciones. Él, que es casi pelirrojo, se parecía ya a mi hermano ¡Menos mal! Porque había días que no sabía si el que nos llevábamos a casa era Luismi u otro.
Lo del baby era una más de las pruebas. Menos mal que mi madre, como casi todas, es una mujer prevenida y para mi hermano tenia dos. La única manera de quitarle la porquería era hervirlos en una cacerola enorme.
Las lavadoras aun eran muy caras entonces, pero mi madre no tardo en comprar una, ¡Harta estaba de lavar la "ropita" de sus niños!
Pero que quede claro, el que se manchaba era mi hermano, que yo he sido siempre "muy buena y muy limpia"
jajjaja me ha encantado chary, yo era de las que no queria ir al cole de pequeña, era muy vergonzosa e iniciar cada año me costaba la vida vaya... Como que hoy he empezado el curso e iba hacia la facultad con la misma sensacion de miedo jajaja...
ResponderEliminarUn beso preciosa me haces sonreir cuando te leo...
Belen.-
Yo como no sé lo que es la vergüenza jajaja, pues siempre me he metido en todos los "fregaos"
EliminarMe alegran esas sonrisas.
Besos enormes mi niña :)
Hola Chary, mira no pongo en duda tu palabra, sé que no mientes y lo que nos cuentas es verdad, pero...no se habrá cortado el final del post? Es que tu carita te delata y yo creo que tu también habrás sido "fina" ;)
ResponderEliminarPero se os ve muy felices y eso es lo más importante ¿verdad?
Besos diablilla ;)
¡Que no! Que yo era y soy muy buena (no hay quien se lo crea) jajaja. He de reconocer que un poco abusona ¡pero muy poco! con mi hermano si he sido.
EliminarBesos enormes mi niña :)
Me encata la parte "pretendía jugar fútbol", me imagino que ha haber sido travieso en todo, y lo de la ropa, apun con lavadora, cuando esta muy llena de tierra, aún hay que restregarla, pero deben haber pasado ratos muy felices, miles de brazos mi niña
ResponderEliminarTraviesillo, que yo le metía en muchos líos al pobre jejeje. Si recuerdo momentos muy felices y no los suelto, se quedan aquí conmigo.
EliminarBesos enormes mi niña ;) TQM