No sé como llamar a ese tiempo que realmente no es un recuerdo o si permanece en alguna parte de nuestro subconsciente.
Pero si estoy segura de su existencia, hay un primer sueño que vuelve a ser soñado.
Mi hermano y yo pasamos nuestros primeros años en cunas diferentes, el motivo es sencillo, sólo nos llevamos doce meses.
Aquello no impidió que nuestros cuerpecitos se arroparan con las mismas sábanas, mantitas y colchas.
Las cabecitas reposaron sobre la misma suave tela que cubría la pequeña almohada que albergó los primeros sueños. Compartimos pijamitas, descubrimos formas y colores, vimos por primera vez con claridad las caras de mamá y papá, derramamos alguna lagrima, nos esforzamos por levantar la cabecita, nos reímos, aprendimos a levantarnos, ...
La cuna de mi hermano, algún juego de sábanas, pijamas, el coche de paseo, etc. fueron pasando de prima en prima, en primo ... Otros queridos bebés ya dormían arropados por aquellas leves telas.
Delicadas cabecitas soñaban sobre sueños soñados, crecían con la misma rapidez que la curiosidad nos impulsó y reían entre risas que la felicidad nos regaló.
Años más tarde nacía María, mi hija. En sus cajones ya estaba la ropita que vistieron mis primos, aquellos juegos de sábanas que un día vistieron mi llegada a la Vida y arroparían ahora la suya.
Su amado cuerpecito dormía tranquilo y acostado entre mi paz, su sueño se reunía con mi primer sueño, fue mi sonrisa la suya y sus descubrimientos los que descubrí.
María me hizo un grandioso regalo, Sergio mi nieto, y a él también le esperaban el primer sueño de su mami y el mío entre los mismos lienzos.
No son objetos que pasan de generación en generación, tan sólo simples trozos de tela que con cariño se fueron guardando sin saber que el tiempo se pondría de su parte para ser guardianes y testigos de la continuidad del primer sueño.
Quizás la sangre, los genes o el apellido que compartimos no sean tan importantes como aquellos primeros sueños de mi hermano y míos que fueron soñados por quienes nos siguieron.
Ni siquiera sé si es posible que ocurra, pero sería hermoso dejar como legado el primer sueño.
Pero si estoy segura de su existencia, hay un primer sueño que vuelve a ser soñado.
Mi hermano y yo pasamos nuestros primeros años en cunas diferentes, el motivo es sencillo, sólo nos llevamos doce meses.
Aquello no impidió que nuestros cuerpecitos se arroparan con las mismas sábanas, mantitas y colchas.
Las cabecitas reposaron sobre la misma suave tela que cubría la pequeña almohada que albergó los primeros sueños. Compartimos pijamitas, descubrimos formas y colores, vimos por primera vez con claridad las caras de mamá y papá, derramamos alguna lagrima, nos esforzamos por levantar la cabecita, nos reímos, aprendimos a levantarnos, ...
La cuna de mi hermano, algún juego de sábanas, pijamas, el coche de paseo, etc. fueron pasando de prima en prima, en primo ... Otros queridos bebés ya dormían arropados por aquellas leves telas.
Delicadas cabecitas soñaban sobre sueños soñados, crecían con la misma rapidez que la curiosidad nos impulsó y reían entre risas que la felicidad nos regaló.
Años más tarde nacía María, mi hija. En sus cajones ya estaba la ropita que vistieron mis primos, aquellos juegos de sábanas que un día vistieron mi llegada a la Vida y arroparían ahora la suya.
Su amado cuerpecito dormía tranquilo y acostado entre mi paz, su sueño se reunía con mi primer sueño, fue mi sonrisa la suya y sus descubrimientos los que descubrí.
María me hizo un grandioso regalo, Sergio mi nieto, y a él también le esperaban el primer sueño de su mami y el mío entre los mismos lienzos.
No son objetos que pasan de generación en generación, tan sólo simples trozos de tela que con cariño se fueron guardando sin saber que el tiempo se pondría de su parte para ser guardianes y testigos de la continuidad del primer sueño.
Quizás la sangre, los genes o el apellido que compartimos no sean tan importantes como aquellos primeros sueños de mi hermano y míos que fueron soñados por quienes nos siguieron.
Ni siquiera sé si es posible que ocurra, pero sería hermoso dejar como legado el primer sueño.
Qué bonita tu reflexión, Chary. Sería muy hermoso y quién sabe, algo tiene que ver. Abrazos
ResponderEliminar¿Verdad? como dices, quien sabe.
EliminarBesos enormes mi niña :)
Que lindos sueños :) que van con todo cariño de generación en generación, un fuerte abrazo para ti, María y Sergio, TQM :)
ResponderEliminarEl cariño más sincero y real.
EliminarBesos enormes mi niña preciosa :) TQM
Que lindo lo que has escrito niña,abrazos TQM siempre.
ResponderEliminarDejaríamos algo maravilloso ¿verdad?
EliminarBesos enormes siempre mi niña sabia ;) TQM
Que bonito... :-)
ResponderEliminarGracias :)
EliminarSaludos