Cuando, por motivos laborales, me tocó viajar a Cuba a cargo de un grupo de compañeros, no me imaginaba hasta que punto la ciudad de La Habana me iba a enamorar.
Unos días antes mi hermano me dejó una película relacionada con mi viaje, era "Habana Blues", un film dirigido por el español Benito Zambrano en el año 2005, y que se alzó con multitud de premios. La película utiliza la música de forma magistral y en las letras no faltan las criticas a la situación en Cuba, de la misma manera que el argumento gira entorno a la cotidianidad en la ciudad de La Habana.
No soy crítica de cine, pero en mi humilde opinión es una de las mejores películas de trama social que he visto hasta ahora. Me encantó la primera vez que la vi.
Cuando llegamos a La Habana reconocí cada escena, cada color, cada paisaje, cada gesto, cada sonrisa, cada miseria, ...
Su gente tiene algo que en gran parte hemos perdido, alegría, pasión por la vida, educación, imaginación para continuar, orgullo para salir ¡Sobrevivir!
El viaje era uno de esos organizados en el que pasamos unos días en La Habana con las típicas excursiones, y el resto en Varadero para disfrutar de la playa caribeña.
Si, Varadero es una postal turística, playas maravillosas y excursiones de ensueño, pero no lo cambio por La Habana, a pesar de todo, me quedo con La Habana.
Como suele ocurrir siempre, ya en el aeropuerto, había gente con opiniones propias y preestablecidas que intentaban inculcarnos a todos.
A la vuelta esas mismas opiniones "cargadas de razón" habían desaparecido para dar paso a la realidad de lo que habíamos visto y vivido.
Es complicado explicar como una ciudad prácticamente destruida puede ser tan hermosa y resultar tan acogedora. Es difícil de contar sin que se me haga un nudo en el estomago, que la guía que nos acompañó durante aquellos días se quedo con un trozo del corazón de cada uno. Según sus propias palabras "nunca tuvo un grupo como el nuestro" y lloramos al despedirnos de ella en el aeropuerto ¡Todos! como si dejásemos allí a un familiar muy querido.
Que la preciosidad que atendía el bar en el hotel de La Habana, no pudo despedirse por la pena, decía que éramos como los de "Aquí no hay quien viva" (que allí veían la serie) ¡Que no liaríamos! y que bien nos lo pasamos con ella.
Que el chofer del autocar que tuvimos a nuestra disposición antes de Varadero, es un caballero, todo educación y discreción. Cuando nos dejó en Varadero tenia que volver a La Habana, pero lo retrasó todo lo que pudo, comió con nosotros, tomamos café con el jardín, ... ni él quería irse ni nosotros que se fuese.
¿Como explico que dejamos La Habana sin ron de tanto mojito como bebimos? Y sin embargo en Varadero, con pulserita de todo incluido ¡ni catarlo!
Javi y yo nos hemos hecho la promesa de volver, pero solos y únicamente a La Habana, no sé cuando ¡pero volveremos!
Ya en casa volví a ver Habana Blues, y desde entonces suelo verla de vez en cuando o escucho la genial banda sonora ¡os la recomiendo!
Unos días antes mi hermano me dejó una película relacionada con mi viaje, era "Habana Blues", un film dirigido por el español Benito Zambrano en el año 2005, y que se alzó con multitud de premios. La película utiliza la música de forma magistral y en las letras no faltan las criticas a la situación en Cuba, de la misma manera que el argumento gira entorno a la cotidianidad en la ciudad de La Habana.
No soy crítica de cine, pero en mi humilde opinión es una de las mejores películas de trama social que he visto hasta ahora. Me encantó la primera vez que la vi.
Cuando llegamos a La Habana reconocí cada escena, cada color, cada paisaje, cada gesto, cada sonrisa, cada miseria, ...
Su gente tiene algo que en gran parte hemos perdido, alegría, pasión por la vida, educación, imaginación para continuar, orgullo para salir ¡Sobrevivir!
El viaje era uno de esos organizados en el que pasamos unos días en La Habana con las típicas excursiones, y el resto en Varadero para disfrutar de la playa caribeña.
Si, Varadero es una postal turística, playas maravillosas y excursiones de ensueño, pero no lo cambio por La Habana, a pesar de todo, me quedo con La Habana.
Como suele ocurrir siempre, ya en el aeropuerto, había gente con opiniones propias y preestablecidas que intentaban inculcarnos a todos.
A la vuelta esas mismas opiniones "cargadas de razón" habían desaparecido para dar paso a la realidad de lo que habíamos visto y vivido.
Es complicado explicar como una ciudad prácticamente destruida puede ser tan hermosa y resultar tan acogedora. Es difícil de contar sin que se me haga un nudo en el estomago, que la guía que nos acompañó durante aquellos días se quedo con un trozo del corazón de cada uno. Según sus propias palabras "nunca tuvo un grupo como el nuestro" y lloramos al despedirnos de ella en el aeropuerto ¡Todos! como si dejásemos allí a un familiar muy querido.
Que la preciosidad que atendía el bar en el hotel de La Habana, no pudo despedirse por la pena, decía que éramos como los de "Aquí no hay quien viva" (que allí veían la serie) ¡Que no liaríamos! y que bien nos lo pasamos con ella.
Que el chofer del autocar que tuvimos a nuestra disposición antes de Varadero, es un caballero, todo educación y discreción. Cuando nos dejó en Varadero tenia que volver a La Habana, pero lo retrasó todo lo que pudo, comió con nosotros, tomamos café con el jardín, ... ni él quería irse ni nosotros que se fuese.
¿Como explico que dejamos La Habana sin ron de tanto mojito como bebimos? Y sin embargo en Varadero, con pulserita de todo incluido ¡ni catarlo!
Javi y yo nos hemos hecho la promesa de volver, pero solos y únicamente a La Habana, no sé cuando ¡pero volveremos!
Ya en casa volví a ver Habana Blues, y desde entonces suelo verla de vez en cuando o escucho la genial banda sonora ¡os la recomiendo!