Me perdí. Sé cuando y sé porque. Quizás lo hubiera podido evitar pero no supe como hacerlo, y me adentré en la niebla más densa y oscura.
Una niebla a ras de suelo y tan gris que no me permite ver lo que tengo delante ni lo que hay a mi alrededor, tan fría y húmeda que me ha calado hasta el alma.
Una niebla tan cerrada que ahoga cualquier sonido, ni siquiera mi voz encuentra su espacio, que me produce la sensación de no avanzar, de estar constantemente andando en círculos para llegar a ninguna parte.
A veces, como si de un espejismo se tratara, intuyo un claro y corro hacia él. Aparece la luz y el calor del Sol, hasta los colores salen de su letargo, y allí me quedo, con la cabeza alta y los ojos cerrados para poder sentir hasta el sonido más lejano, los olores olvidados, recuperar el tacto, ver las sonrisas y recordar los besos. Abro los ojos y busco con urgencia la salida de emergencia, pero, sin previo aviso, la niebla vuelve a caer y con ella todo desaparece.
Reconozco que últimamente hay más claros, y que estos cada vez son más grandes y duran más, dándome la oportunidad de ir recuperando poco a poco a la que quiero volver a ser.
Pero la niebla sigue ahí y cae de nuevo cuando casi he conseguido olvidar su existencia.
Una niebla a ras de suelo y tan gris que no me permite ver lo que tengo delante ni lo que hay a mi alrededor, tan fría y húmeda que me ha calado hasta el alma.
Una niebla tan cerrada que ahoga cualquier sonido, ni siquiera mi voz encuentra su espacio, que me produce la sensación de no avanzar, de estar constantemente andando en círculos para llegar a ninguna parte.
A veces, como si de un espejismo se tratara, intuyo un claro y corro hacia él. Aparece la luz y el calor del Sol, hasta los colores salen de su letargo, y allí me quedo, con la cabeza alta y los ojos cerrados para poder sentir hasta el sonido más lejano, los olores olvidados, recuperar el tacto, ver las sonrisas y recordar los besos. Abro los ojos y busco con urgencia la salida de emergencia, pero, sin previo aviso, la niebla vuelve a caer y con ella todo desaparece.
Reconozco que últimamente hay más claros, y que estos cada vez son más grandes y duran más, dándome la oportunidad de ir recuperando poco a poco a la que quiero volver a ser.
Pero la niebla sigue ahí y cae de nuevo cuando casi he conseguido olvidar su existencia.