Escuchar

... escuchar, escuchar, escuchar, escuchar, escuchar, ... 

... dialogar, dialogar, dialogar, dialogar, dialogar ... 

... comunicarse, comunicarse, comunicarse, comunicarse, comunicarse, ... 

... hablar, hablar, hablar, hablar, hablar, ... 

¡Parece tan fácil! Es más, debería ser lo normal pero, lamentablemente, no lo es.

A veces callamos creyendo que así evitamos un problema, o para no entrar en polémica, o por un falso y mal entendido respeto, o por miedo a provocar algo que no queremos y de lo que preferimos huir. Pero lo único que conseguimos es posponer lo que, antes o después, se convertirá, inevitablemente, en una batalla dialéctica en la que solo habrá perdedores.

Y lo hacemos por que casi nunca escuchamos, sólo oímos, y en el recuerdo quedan solo palabras sueltas, sin sentido y tan fuera de contexto que solo provocan un enorme dolor, y a la menor oportunidad, en el momento más inesperado y siempre inoportuno, explotamos.

Se provocan malentendidos que traen la sinrazón, la rabia, la tristeza, el llanto incontrolado, los enfrentamientos injustificables, silencios intolerables, ausencias inexcusables, ...

Si escucháramos, tan sólo eso, escuchar, aparecería el dialogo, y con el, la imprescindible comunicación, ¡Y sería todo tan fácil ...!

... escuchar, escuchar, escuchar, escuchar, escuchar, ...

... dialogar, dialogar, dialogar, dialogar, dialogar ...

... comunicarse, comunicarse, comunicarse, comunicarse, comunicarse, ...

... hablar, hablar, hablar, hablar, hablar, ... 

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Llegarán los mejores días

Vendrán los mejores días, esos, que aun están por llegar repletos de normalidad. Los habrá especiales, serenos, rutinarios o desquiciados, pero serán nuevos y diferentes.

Atrás quedarán los días oscuros, fríos, vacíos, ayer, hoy, ... Estos en los que reina la tristeza y la desesperanza se irán, aun no sé cuando, pero lo harán.

Mientras sujeta mi mano como siempre, no dejes de darme paz con tu mirada y fuerza cuando sonríes.

No me sueltes que no quiero caer más.

Llegarán los mejores días. Sólo están buscando el camino. 

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¡Si! Anita cumple años hoy

¡¡¡FELICIDADES!!!

No me digas que te has sorprendido ¿No te lo esperabas? Pero si nos acordamos siempre de ti mi niña ¿Como nos íbamos a olvidar de que hoy es tu cumple? Ainsssssss ¡Imposible!

La fiesta ya está preparada, tarta de chocolate, muchas margaritas y velas con aroma de canela. Todo como a ti te gusta.

Por que eres genial y te queremos, porque tienes un corazón enorme y una imaginación desbordante. Por que eres TÚ y eso es impagable.

Ahora cierra los ojos, piensa un deseo y sopla con fuerza.

Mis mejores deseos para ti en este día tan especial.

Anita es una de esas mujeres que no pasan inadvertidas en tu vida, cuando la conoces se queda en tu corazón para siempre. Si no la conoces no puedes dejar de pasar por su blog Cuéntame ... al oído y de paso la felicitas y te unes a la fiesta.

Ainssssss, que tenía tantas ganas de felicitar a Anita y celebrar su cumple que me he adelantado un día ¡cachis!

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Se feliz

Si la soledad te enferma el alma,
si el invierno llega a tu ventana,
no te abandones a la calma con la herida abierta.
Mejor olvidas y comienzas una vida nueva,
y respira el aire puro sin el vicio de la duda.
Si un día encuentras la alegría de la vida

se feliz,
se feliz,
se feliz,
se feliz.

Con los colores de una mariposa
vuela entre las luces de la primavera.
Si te imaginas que la lluvia te desnuda
juega en los mares que despiertan a la luna

y se feliz,
se feliz,
se feliz,
se feliz

Si la soledad te enferma el alma ... 

BSO Habana Blues. 
Tema: Se feliz. 
Canta: Anaís Abreu.

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Una lágrima

Una lágrima cada vez que esquivas la mirada, otra por cada abrazo que no dimos y una más por cada beso perdido en el aire.

Una lágrima por cada segundo de ausencia, otra porque echo de menos y una más porque necesito.

Una lágrima por cada palabra mal interpretada, otra por cada una de las que callamos y una más por las que dijimos con rabia que no sentimos.

Una lágrima porque duele, otra porque no sé y una más porque no entiendo.

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Entre la niebla

Me perdí. Sé cuando y sé porque. Quizás lo hubiera podido evitar pero no supe como hacerlo, y me adentré en la niebla más densa y oscura.

Una niebla a ras de suelo y tan gris que no me permite ver lo que tengo delante ni lo que hay a mi alrededor, tan fría y húmeda que me ha calado hasta el alma.

Una niebla tan cerrada que ahoga cualquier sonido, ni siquiera mi voz encuentra su espacio, que me produce la sensación de no avanzar, de estar constantemente andando en círculos para llegar a ninguna parte.

A veces, como si de un espejismo se tratara, intuyo un claro y corro hacia él. Aparece la luz y el calor del Sol, hasta los colores salen de su letargo, y allí me quedo, con la cabeza alta y los ojos cerrados para poder sentir hasta el sonido más lejano, los olores olvidados, recuperar el tacto, ver las sonrisas y recordar los besos. Abro los ojos y busco con urgencia la salida de emergencia, pero, sin previo aviso, la niebla vuelve a caer y con ella todo desaparece.

Reconozco que últimamente hay más claros, y que estos cada vez son más grandes y duran más, dándome la oportunidad de ir recuperando poco a poco a la que quiero volver a ser.

Pero la niebla sigue ahí y cae de nuevo cuando casi he conseguido olvidar su existencia.

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