Feder era un hermoso y alegre trébol verde que nació una mañana de primavera al de un enorme jardín. Nada más nacer Feder soñaba con tener una vida repleta de sol y de agua en compañía de los demás tréboles y disfrutando de lo que suponia un futuro lleno de esperanza y alegría. Sin embargo, el sueño de Feder se desvaneció cuando se dio cuenta de que mientras todos sus amiguitos tenían tres hojas, él tenia cuatro. ¿Por qué soy diferente? ¿Por qué no puedo ser como los demás?Feder preguntó y preguntó a todos sus amigos, pero nadie sabia contestarle, nadie tenia respuestas para Feder.El tiempo pasaba Feder iba creciendo y sus amigos, poco a poco, iban dejandole a un lado ¡Él no era como el resto! Era un trébol diferente un trébol trébol raro.Le habían dejado aquella historia para que la leyera, un cuento con el que se sentía identificada. Había pasado casi diez años ¿ya? Aun lo recuerda como si hubiera sido ayer.
Tenia en la cabeza aquel verano y aquella conversación en la que decidían que era el momento de ir a por un hijo y ¿para que esperar? en ese mismo momento se pusieron a ello. Eran felices y un niño aumentaría esa felicidad. Aquel primer intento fue suficiente, estaba embarazada.
Fue un buen embarazo, sin molestias ni malestares. La doctora le decía en cada visita que todo iba bien, incluso cuando ella le pidió que le hicieran una amniocentesis la convenció de que no era necesario, que no entraba dentro del grupo de riesgo. Sólo quedaba esperar el feliz nacimiento de su hijo, porque ya sabían que era un niño.
Un día de mucha lluvia, Feder conocio a uno de los treboles mas viejos del jardín, este trebol enseguida despertó la curiosidad de Feder, ya que a diferencia del resto él no se sorprendió al ver "lo especial que era".
¿Sabes por qué soy diferente? pregunto enseguida Feder.Entonces el trébol de forma serena y pausada asintio, y le contesto: "Querido Feder debes saber que de cada 10.000 tréboles, nace uno que tiene cuatro hojas. Todavía los más mayores del lugar desconocemos la causa exacta, pero algunos arboles centenarios apuntan a que pueden ser los genes que corren por tus raices los que te hacen ser distinto".
Fue entonces, cuando el trébol viejo con lagrimas en los ojos le explicó:"los tréboles de cuatro hojas tienen una esperanza de vida muy corta. Al ser tan especiales y maravillosos, los seres humanos deciden cortarlos y utilizarlos como amuletos de la buena suerte. Esto hace que casi ningún trébol sobreviva.Entonces Feder pregunto, ¿No puedo hacer nada para solucionarlo?.Por supuesto "puedes buscar a otros tréboles en tu misma situación y uniros para defender vuestro derecho. Podeis luchar para que el resto de los tréboles de tres hojas descubran que la diferencia os hace hermosos y especiales".Y fue después de escucharlo cuando Feder más fuerza tenia, cuando más vida quería vivir, cuando sobre él se ciñó una gran sombra negra. Una mano humana se abalanzó sobre Feder dispuesto a arrancar de cuajo todas sus ilusiones.
Y llegó el momento, carreras al hospital, demasiado pronto para la epidural, ahora tienes fiebre y tampoco te la podemos poner, demasiados dolores, demasiado tiempo, demasiado cansada. Y tras muchas horas de parto deciden que hay que hacer una cesárea, algo no iba bien pero no pudo entender el qué.
Cuando despertó estaba en la UCI, tendría que estar allí un día.
- ¿Pero ... y mi hijo?
- No te preocupes, está bien, sólo que le falta un poquito de peso y está en la incubadora.
- ¿Pero no puedo verlo?
- Tranquila, cuanto antes te recuperes antes le verás, tranquila.
¿Tranquila? ¡sólo quería ver a su hijo! quería ver con sus propios ojos que su hijo estaba bien. Al día siguiente la pasaron a una habitación en la que estaba sola, la extrañó por que en La Paz las habitaciones son compartidas, dos madres en cada una, pero bueno, mejor, así estaría más cómoda. A lo mejor era por la cesárea. Tampoco pudo ver a su hijo aquel día.
- No debes moverte, ten paciencia, todo está bien.
- ¿Y como es?
- Tiene mucho pelo y muy moreno ¡es precioso!
- ¿Y te han dejado cogerlo?
- No, está en la incubadora y de momento sólo dejan entrar a verle. Tranquila, mañana le verás.
Todo se iba ha acabar para nuestro amigo, cuando una voz de un niño resonó con fuerza en el aire, "Papa no arranques ese , ¿Por qué no lo dejas en el jardín y cada día venimos a mirarlo para ver como crece?"Fue entonces cuando el niño se acerco a Feder y con su mano le acaricio suavemente. Ese niño le salvado, le había devuelto la esperanza.Y justo mientras estaba dando gracias por poder seguir con vida Feder se percató de un curioso detalle: el niño que le había salvado y que le había acariciado con tanta ternura, no era como el resto de los niños, que Feder conocía. Ese niño era tan especial como él. Tenia la cara diferente, los ojos rasgados y una enorme sonrisa.
Y llegó mañana, y con el nuevo día una visita inesperada. Era una psicóloga, acompañada de la enfermera. Cerraron la puerta y se cayo el Mundo.
Nadie la había preparado para aquello ¡nadie le hablo de ninguna posibilidad! No entendía nada, no sabía como afrontar tanta información, llegó a un punto en que ni siquiera escuchaba ¡Su hijo, su esperado y querido niño había nacido con un gen de más! Su adorado bebé había nacido con Síndrome de Down.
Habían sido años de pruebas, amor, dudas, cariño, aceptación, ilusión, terapias de estimulación, alegría, logopedas, cariño, lucha, abrazos, ingresos en el hospital, inocencia, progresos, información, besos, ...
No cambiaría a su hijo por nada del mundo, es lo mejor de su vida. Cuando aquella psicóloga les habló, simplemente ignoraba lo que era capaz de darles aquel niño tan especial, tan lleno de ternura, tan lleno de vida.
Esta historia es real, los protagonistas son Mer y su hijo Alex. Él es mi niño especial, el que cuando hablo con él por teléfono me dice un efusivo ¡Hola Chary! que me llena el corazón. De él he copiado ese Hola con el que os respondo en cada comentario.
Texto: Mer y Chary