Cuando se trata de mis recuerdos, escribir es fácil y son mis manos las que teclean sin necesidad de que yo aporte nada, tan sólo algún pequeño detalle, a veces me quedo corta pero si no lo hiciera así los post serían interminables, por eso voy poco a poco.
Pero cuando se trata de redactar mis sentimientos, la cosa cambia.
En mi mente empiezan a aparecer letras, sólo letras sueltas, que van llegando al corazón una por una. Cuando todas han alcanzado su destino, el corazón las va uniendo hasta formar palabras que, por si solas, carecen de sentido.
Las voy escribiendo en una hoja en blanco o en el borrador y voy construyendo frases hasta que consigo que tengan sentido y, convertidas en prosa o en mis intentos poéticos, expresen aquellos sentimientos que me ahogan y necesito dar salida. Unas veces lo consigo y otras me quedo a medias sabiendo que podía haberlo hecho mejor.
Este es mi particular proceso para dejar escapar mis sentimientos. Cada texto publicado es un grito que lanzo al viento para que encuentre su destino. Como un mensaje que se introduce en una botella y se arroja a la Mar con la esperanza de que llegue a la playa deseada.
Pero el destino no está de mi parte o no es el que me corresponde o tendré que esperar y que sea el tiempo quien decida.
Y es que tengo letras escritas con lagrimas formando palabras que parecen no decir ni explicar. No se leen, se desprecian, ni se quieren entender.
Pero cuando se trata de redactar mis sentimientos, la cosa cambia.
En mi mente empiezan a aparecer letras, sólo letras sueltas, que van llegando al corazón una por una. Cuando todas han alcanzado su destino, el corazón las va uniendo hasta formar palabras que, por si solas, carecen de sentido.
Las voy escribiendo en una hoja en blanco o en el borrador y voy construyendo frases hasta que consigo que tengan sentido y, convertidas en prosa o en mis intentos poéticos, expresen aquellos sentimientos que me ahogan y necesito dar salida. Unas veces lo consigo y otras me quedo a medias sabiendo que podía haberlo hecho mejor.
Este es mi particular proceso para dejar escapar mis sentimientos. Cada texto publicado es un grito que lanzo al viento para que encuentre su destino. Como un mensaje que se introduce en una botella y se arroja a la Mar con la esperanza de que llegue a la playa deseada.
Pero el destino no está de mi parte o no es el que me corresponde o tendré que esperar y que sea el tiempo quien decida.
Y es que tengo letras escritas con lagrimas formando palabras que parecen no decir ni explicar. No se leen, se desprecian, ni se quieren entender.