- ¡Mamá, papá! ¡Han venido los Reyes Magos!
Es el día que más me gusta de estas fechas, y no por recibir regalos que eso no me importa, hay magia en el aire y en las caras de los más pequeños.
El asombro, la alegría, la rapidez en abrir cada regalo, los ojos de sorpresa al ver lo que es y esos
- ¡Papá, mamá! ¡Es lo que les pedí en la carta!
- ¡Mamá! También te han traído un regalo ¡Mira!
- ¡Papá! Y a ti otro ¡Pone tu nombre!
Esos momentos son impagables y, lo reconozco, me vuelvo aun más niña compartiendo su emoción.
El año pasado (parece que fue ayer) os propuse volver a soñar y escribir una carta a Los Reyes Magos con la misma ilusión de cuando éramos niños.
En ella pediremos aquello que siempre quisimos y nunca nos trajeron. Y es que las razones pueden ser muchas, por ejemplo que nos portáramos tan mal que sólo merecíamos carbón, ... ejem, ... alguna vez me tocó aunque era una bromita de mi madre, resultó que era dulce y estaba buenísimo, así es que el escarmiento le sirvió de poco o nada.
Pedíamos tantas cosas que nuestros padres no podían comprar todo o decidían que aquello que tanto anhelábamos no era nada educativo.
Shhh, (esto es un secreto, por eso lo digo tan bajito) Aun no sabemos que Los Reyes Magos son los padres (¡somos niños! no podemos saberlo), así es que seguiremos pidiendo lo que más ilusión nos hace.
Es el día que más me gusta de estas fechas, y no por recibir regalos que eso no me importa, hay magia en el aire y en las caras de los más pequeños.
El asombro, la alegría, la rapidez en abrir cada regalo, los ojos de sorpresa al ver lo que es y esos
- ¡Papá, mamá! ¡Es lo que les pedí en la carta!
- ¡Mamá! También te han traído un regalo ¡Mira!
- ¡Papá! Y a ti otro ¡Pone tu nombre!
Esos momentos son impagables y, lo reconozco, me vuelvo aun más niña compartiendo su emoción.
El año pasado (parece que fue ayer) os propuse volver a soñar y escribir una carta a Los Reyes Magos con la misma ilusión de cuando éramos niños.
En ella pediremos aquello que siempre quisimos y nunca nos trajeron. Y es que las razones pueden ser muchas, por ejemplo que nos portáramos tan mal que sólo merecíamos carbón, ... ejem, ... alguna vez me tocó aunque era una bromita de mi madre, resultó que era dulce y estaba buenísimo, así es que el escarmiento le sirvió de poco o nada.
Pedíamos tantas cosas que nuestros padres no podían comprar todo o decidían que aquello que tanto anhelábamos no era nada educativo.
Shhh, (esto es un secreto, por eso lo digo tan bajito) Aun no sabemos que Los Reyes Magos son los padres (¡somos niños! no podemos saberlo), así es que seguiremos pidiendo lo que más ilusión nos hace.
Hemos vuelto a ser niños y aun no hemos escrito nuestra carta a Los Reyes Magos.
¡Vamos! Tenemos que escribirla rápido para que al Paje Real le dé tiempo a entregarla.
Se ha quedado para recogerla, salir corriendo y entregársela a Sus Majestades.
¿Empiezo yo?
Uno, dos, tres, ... ¡Chas! ¡Soy una niña!
¡Vamos! Tenemos que escribirla rápido para que al Paje Real le dé tiempo a entregarla.
Se ha quedado para recogerla, salir corriendo y entregársela a Sus Majestades.
¿Empiezo yo?
Uno, dos, tres, ... ¡Chas! ¡Soy una niña!