No soporto la prepotencia, ni que me miren por encima del hombro, ni la compasión, ni a los/as que se creen 'mejores' o más 'listos/as', ni a los/as que van de 'sobrados/as' y no tienen donde caerse muertos, ni a los/as que hablan sin saber, ni a los/as que critican sin mirarse, ni a los/as 'mentirosos/as' que abusan de mi buena fe y encima me toman por tonta, ni las palabras vacías, ni las conversaciones sin sentido, ...
Me he cansado de agachar la cabeza, de callarme por no meter la pata, de intentar agradar a todo el mundo, de sentirme siempre culpable, de decir que si cuando quiero decir no, de pronunciar un no cuando sé que es un si, de sonreír cuando no me apetece, de llorar cuando no quiero, de las malas interpretaciones, de las continuas explicaciones, de no ser yo porque ni siquiera sé aun como o quien soy, de mirarme y apenas encontrarme, ...
No, no ha pasado nada esta semana, simplemente hoy empecé a rebelarme contra la tiranía del despertador, que no de mis queridos despertadores Patxi, Goofy y Jalo.
Del frío que me obliga a tener que salir a la calle abrigada en capas cual cebolla, de llaves que se esconden, gafas que se fugan, de que la nevera y el microondas jueguen a cambiarse de sitio y me vacilen con el café, de que mi memoria se ría cuando consigue que explote con un ¡Me cago en la leche! ¿Para qué he venido aquí? ¿Qué estaba buscando? ... Y he seguido haciéndolo a lo largo del día, enumerando y escribiendo mis 'rebeldías'.
De hecho me gusta esta sensación. Este romper máscaras para poder ir a cara descubierta resulta gratificante.
Me he cansado de agachar la cabeza, de callarme por no meter la pata, de intentar agradar a todo el mundo, de sentirme siempre culpable, de decir que si cuando quiero decir no, de pronunciar un no cuando sé que es un si, de sonreír cuando no me apetece, de llorar cuando no quiero, de las malas interpretaciones, de las continuas explicaciones, de no ser yo porque ni siquiera sé aun como o quien soy, de mirarme y apenas encontrarme, ...
No, no ha pasado nada esta semana, simplemente hoy empecé a rebelarme contra la tiranía del despertador, que no de mis queridos despertadores Patxi, Goofy y Jalo.
Del frío que me obliga a tener que salir a la calle abrigada en capas cual cebolla, de llaves que se esconden, gafas que se fugan, de que la nevera y el microondas jueguen a cambiarse de sitio y me vacilen con el café, de que mi memoria se ría cuando consigue que explote con un ¡Me cago en la leche! ¿Para qué he venido aquí? ¿Qué estaba buscando? ... Y he seguido haciéndolo a lo largo del día, enumerando y escribiendo mis 'rebeldías'.
De hecho me gusta esta sensación. Este romper máscaras para poder ir a cara descubierta resulta gratificante.