Llevo días sin dormir y para calmar la ansiedad que produce el insomnio he iniciado un largo camino hacia el cambio, o más bien hacia el reconocimiento de mi misma.
Empecé por ordenar mi casa, que hasta ese momento era tan caótica como mi cabeza, y ahora voy de habitación en habitación sabiendo que cada cosa está en el lugar que le corresponde.
Esta sensación de "orden" me produce relativa tranquilidad y seguridad porque es mi "casa" mi "refugio", es como si este orden se pudiera transmitir a mi desordenado yo.
Es como si aquí nada ni nadie pudiera hacerme daño.
También he personalizado este blog. Ahora me resulta más agradable, más cálido.
Sé que son cambios poco significativos, pero para mí es un paso adelante.
Aun queda mucho por hacer como mirarme en el espejo sin miedo y reconocerme en el reflejo. Lo que veo ahora no me gusta, de hecho, ni siquiera conozco a la persona que veo.
Tiene más años que yo, cuando siempre he parecido más joven. La mirada es triste, está vacía, cuando hasta ahora era alegre, viva, los ojos grandes y expresivos. Había una sonrisa permanente y ahora ni siquiera encuentro mis labios de lo pequeños que son. Tengo kilos de más a causa de la medicación y el espejo me muestra la deformidad que conlleva.
Sé que para ver los cambios hay que empezar a trabajar por dentro, es el interior lo que refleja el exterior.
Poco a poco.
Empecé por ordenar mi casa, que hasta ese momento era tan caótica como mi cabeza, y ahora voy de habitación en habitación sabiendo que cada cosa está en el lugar que le corresponde.
Esta sensación de "orden" me produce relativa tranquilidad y seguridad porque es mi "casa" mi "refugio", es como si este orden se pudiera transmitir a mi desordenado yo.
Es como si aquí nada ni nadie pudiera hacerme daño.
También he personalizado este blog. Ahora me resulta más agradable, más cálido.
Sé que son cambios poco significativos, pero para mí es un paso adelante.
Aun queda mucho por hacer como mirarme en el espejo sin miedo y reconocerme en el reflejo. Lo que veo ahora no me gusta, de hecho, ni siquiera conozco a la persona que veo.
Tiene más años que yo, cuando siempre he parecido más joven. La mirada es triste, está vacía, cuando hasta ahora era alegre, viva, los ojos grandes y expresivos. Había una sonrisa permanente y ahora ni siquiera encuentro mis labios de lo pequeños que son. Tengo kilos de más a causa de la medicación y el espejo me muestra la deformidad que conlleva.
Sé que para ver los cambios hay que empezar a trabajar por dentro, es el interior lo que refleja el exterior.
Poco a poco.
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