Creo que fue en la "preadolescencia", esa época en la que tienes un montón de preguntas y en vez de encontrar respuestas te das de bruces con más preguntas cuando empecé a necesitar conocer a mi padre, no físicamente sino conocer a la persona que fue.
Yo tenia cuatro años cuando él murió y a pesar de ser tan pequeña aun tengo recuerdos claros de su presencia, los guardo dentro de mi como un tesoro, es lo único que tengo. Pero llegó ese momento en el que ansiaba saber como era, como pensaba, ... y mi madre solo me contaba lo que ya sabia, un hombre enamorado de su mujer, trabajador, guapo, elegante, buen amigo y excelente padre, con un amor incondicional por nosotros. Aun le dolía haberle perdido tan joven, haberse quedado sola con la responsabilidad de una familia, por eso yo no insistí más y comenzó mi búsqueda.
Las estanterías de mi casa estaban repletas de libros que le habían pertenecido y pensé que si los leía daría con alguna respuesta, por lo menos sabría cuales eran sus gustos literarios y eso ya era mucho, formaba parte de su personalidad.
He de reconocer que en aquella época me limitaba a leer estrictamente lo que me obligaban en el colegio, así que tenía que organizarme, tener tiempo para estudiar, leer por obligación y leer por devoción.
Los primeros libros de la estantería que me llamaron la atención eran unos encuadernados en piel roja de la editorial Aguilar, cogí uno de ellos y empecé a examinarlo. Ya había utilizado uno de mis sentidos: la vista, ahora le tocaba el turno al tacto. Esa sensación de tener en las manos algo delicado, antiguo, maleable, me invadió totalmente, me gustaba tocarlo y pensar que mi padre también lo había hecho. Al abrirlo descubrí esas páginas de papel tan fino, como el que se utiliza en las Biblias, y lo olí, como me gusto ese olor, todavía hoy sigo oliendo los libros aunque sean nuevos.
Hasta ese momento la experiencia era fantástica, me sentía genial, estaba compartiendo algo con él, con mi padre, era una sensación única. Y empecé a leer.
Los primeros que escogí pertenecían a una colección de novela policiaca y de suspense, Georges Simenon, Sir Arthur Conan Doyle y Agatha Christie. Y continúe con todos los demás, hasta que se acabaron, entonces ya era una adicta a los libros, leer es para mi una necesidad, es mi hobby, una manera de escapar.
Se lo debo a mi padre, porqué aun sin estar conmigo me enseño a valorar la literatura, a disfrutar leyendo.
Un gran hallazgo.
Yo tenia cuatro años cuando él murió y a pesar de ser tan pequeña aun tengo recuerdos claros de su presencia, los guardo dentro de mi como un tesoro, es lo único que tengo. Pero llegó ese momento en el que ansiaba saber como era, como pensaba, ... y mi madre solo me contaba lo que ya sabia, un hombre enamorado de su mujer, trabajador, guapo, elegante, buen amigo y excelente padre, con un amor incondicional por nosotros. Aun le dolía haberle perdido tan joven, haberse quedado sola con la responsabilidad de una familia, por eso yo no insistí más y comenzó mi búsqueda.
Las estanterías de mi casa estaban repletas de libros que le habían pertenecido y pensé que si los leía daría con alguna respuesta, por lo menos sabría cuales eran sus gustos literarios y eso ya era mucho, formaba parte de su personalidad.
He de reconocer que en aquella época me limitaba a leer estrictamente lo que me obligaban en el colegio, así que tenía que organizarme, tener tiempo para estudiar, leer por obligación y leer por devoción.
Los primeros libros de la estantería que me llamaron la atención eran unos encuadernados en piel roja de la editorial Aguilar, cogí uno de ellos y empecé a examinarlo. Ya había utilizado uno de mis sentidos: la vista, ahora le tocaba el turno al tacto. Esa sensación de tener en las manos algo delicado, antiguo, maleable, me invadió totalmente, me gustaba tocarlo y pensar que mi padre también lo había hecho. Al abrirlo descubrí esas páginas de papel tan fino, como el que se utiliza en las Biblias, y lo olí, como me gusto ese olor, todavía hoy sigo oliendo los libros aunque sean nuevos.
Hasta ese momento la experiencia era fantástica, me sentía genial, estaba compartiendo algo con él, con mi padre, era una sensación única. Y empecé a leer.
Los primeros que escogí pertenecían a una colección de novela policiaca y de suspense, Georges Simenon, Sir Arthur Conan Doyle y Agatha Christie. Y continúe con todos los demás, hasta que se acabaron, entonces ya era una adicta a los libros, leer es para mi una necesidad, es mi hobby, una manera de escapar.
Se lo debo a mi padre, porqué aun sin estar conmigo me enseño a valorar la literatura, a disfrutar leyendo.
Un gran hallazgo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario