¡Agua!

Ya os conté en otro post que estoy convencida de que en alguna de mis otras vidas fui sirena, pero convencida, segura y no tengo ninguna duda.

Aquí en la sierra las piscinas abren más tarde, normalmente el quince de junio aproximadamente. Y como el año pasado estuve castigada por el parto con cesárea de los dos aliens, este año será mi venganza. Esto quiere decir que estaré a remojo todo lo que pueda y más. Pienso ser la primera en estrenarla por la mañana y la primera por la tarde.

Mi programa es el siguiente:
Según llegue, darme la ducha reglamentaría y tirarme de cabeza al agua, hacer todos los largos que pueda (la piscina tiene las mismas medidas que una olímpica) a braza, espalda y crowl (también se nadar a estilo mariposa, pero como es tan escandaloso me da un poco de vergüenza). Entre largo y largo descansaré en la parte que no cubre y jugaré como los niños, es decir, haré el pino, daré volteretas, bucearé, me sentaré en el suelo .... y vuelta a empezar con los largos mientras el cuerpo aguante ¿resultado? que saldré hecha una pasa, con los dedos arrugados como los niños. En cuanto me seque, a casa y por la tarde volver a empezar.
A parte de disfrutar de lo que más me gusta, el agua, creo que me ayudará a dormir mejor. La paliza va a merecer la pena si lo consigo, y sino también.

Claro, que todo el plan se puede alterar si ¡por fin! me dan el alta, y en vez de dos veces al día, se limitará a una, pero no me importa.

¡¡¡Por fin voy a disfrutar del agua!!! ¿No es genial?