Sueños, ilusiones.

En algún momento de mi vida, apareció un sueño que guardé sólo para mi.
El cuando más o menos lo sé, pero eso es lo de menos. Aquel sueño se fue convirtiendo en ilusión y continuó estando escondido.
Simplemente no podía ser y estaba convencida de ello.
Mi desaparecida y no encontrada autoestima así me lo indicaba, nunca se cumplirían.

Aquel sueño y aquella ilusión se convirtieron en la certeza de un sentimiento que ni supe, ni pude, ni quise seguir escondiendo.
No lo expresé, pero tampoco lo oculté.
Pero de repente sucedió, ese sueño se convirtió en realidad ... pero no duró y se convirtió en pesadilla, y no por la desilusión que era predecible y estaba preparada para ello, dolería durante un tiempo, sólo eso.

La pesadilla llegó por lo que vino después, demasiado para soportarlo, inaguantable, vil, desgarrador, inhumano e inesperado.
Pero lo realmente doloroso es que el sueño está ahí y la ilusión sigue intacta.
No, no soy masoquista ni mucho menos, simplemente es mi corazón el que, como siempre, manda y dispone sin pedir permiso ni aceptar los consejos de mi mente.

Soy sensible, emotiva y muy visceral, la rabia apareció en su momento al igual que el desconcierto, pero nunca he sido rencorosa y perdono con facilidad, soy de las que da segundas y terceras oportunidades a los sentimientos.

No puedo evitarlo, tengo mucho que ofrecer y aun mucho más que dar.