Una serie de casualidades acaecidas estos días me han hecho recordar el romanticismo que encierra seguir escuchando los discos de vinilo.
La primera fue una entrada en el bolg de
Pizcos que mostraba una serie de preciosos y originales relojes cuyo material de diseño era, precisamente, discos de vinilo.
Posteriormente unas conversaciones que mantuve y en las que salió el tema musical, la última se desarrolló en Twitter este domingo pasado. La conclusión siempre fue la misma, son joyas que mimamos y de las que no queremos desprendernos.
Hay algo especial en encender el plato, ponerlo en marcha, colocar el brazo para que la aguja caiga suavemente en el inicio del disco o en la canción deseada, ahí nace ya un sonido característico, la aguja avanzando por los surcos, al que sigue inevitablemente la música. Incluso esos "crash, crash, crash" que acompañan a la canción tienen algo mágico que los CD y DVD no tienen.
Es cierto que las nuevas tecnologías han puesto a nuestro servicio mayor calidad de sonido, indudablemente, que la capacidad de almacenamiento de los nuevos dispositivos es infinitamente superior, también, pero ha aparecido la piratería y las descargas on-line, no voy a entrar en este tema tan peliagudo, y con los discos de vinilo no existía este problema.
Cada disco que salía al mercado era especial, además del grupo o solista y los temas que incluía, existía también un trabajo importante en el diseño y contenido de las portadas. Había un especial cuidado en que el producto fuera bueno en su totalidad, de ahí que haya portadas que han pasado a la historia junto con el disco por su calidad, por ejemplo:
The Beatles – Sgt. Pepper´s (1967): Portada diseñada por el artista pop
Peter Blake.
The Beatles – Abbey Road (1969): Mítica portada que ha llevado a casi todos los turistas a imitarla y fotografiarse en el mismo sitio y en la misma postura.
The Rolling Stones – Sticky Fingers (1971): Portada diseñada por el artista
Andy Warhol.
Pink Floyd – The Drak Side Of The Moon (1973): Famosa portada con la pirámide y el arco iris.
Me dejo muchas ¡seguro! pero creo que estas son de las más recordadas.
Y ayer me puse a revisar mi colección de vinilos, entre los de Javi y los míos tenemos unos cuantos y gran variedad de estilos. La foto de arriba corresponde a dos singles de los Beatles que contienen cuatro canciones cada uno, algo inusual. Todos los que los han visto nos dicen que tenemos dos joyas que no sabemos valorar, y es cierto, pero ni a Javi ni a mi nos gustan los Beatles ¡Vale! reconozco la figura artística, valoro su aportación a la música, pero no me gustan ¿Y por qué los tenemos? Son de finales de los 60, así es que supongo que por seguir la moda. Nos hemos planteado venderlos pero no terminamos de hacerlo, creo que en el fondo no nos apetece desprendernos de ellos. Tenemos hasta cuentos infantiles, los que nos ponían nuestros padres mientras nosotros mirábamos las imágenes en un libro.
La mayoría de nuestros vinilos son de los años 70 y 80, de muchos de ellos tenemos también el CD, así nos duraran más los antiguos.
Mientras el plato funcione y siga encontrando repuesto para la aguja, seguiremos escuchando esos discos de vinilo, y nos seguiremos levantando para darle la vuelta y escuchar la cara B. Es la magia de la música.
Gracias a Felix Casanova, autor del blog
Historias de nuestra historia, y a Mr. Romántico, autor del blog
La casa del Rock, por inspirarme esta entrada.