¡Se iban a París! No terminaba de creerlo ¡París! Sólo serían unos días pero que más daba ¡Era París!
Verían todo aquello que la fascinaba, lo que adivinaba través de los libros, lo que imaginaba mientras miraba las fotos, lo que soñaba cuando se convertía en la protagonista de la película que proyectaban en el cine, esa gran pantalla.
Los niños nos quedábamos con los abuelos y ellos volverían a ser novios por unos días en la ciudad de la luz y el amor.
Seguía siendo una joven muy hermosa y aun conservaba esa elegancia innata, nadie diría que ya era madre de dos niños, dos embarazos en menos de dos años y ambos partos con cesárea. Viéndola parecía imposible, aun mantenía ese enorme parecido con Audrey Hepburn así que sería como ella en
"Una cara con ángel" (Funny Face, 1957) paseando por París.
Transcurrian los años 60 y no era fácil poder realizar un viaje así porque no estaba al alcance de casi nadie, pero iban con los compañeros de mi padre. Habían organizado un pequeño grupo y se beneficiaban de un buen precio así que no lo pensaron y empezaron a prepararse para la aventura.
Versailles, Les Champs Elysees, la Tour Eiffel, Notre Dame, le Musée du Louvre, ... Pudieron verlo todo, muy deprisa, en muy poco tiempo pero lo vieron, incluso pudieron comprar algún souvenir y juguetes para nosotros.
Pasear por aquellas avenidas repletas de preciosos escaparates era un verdadero sueño para ella. Allí estaban las mejores firmas de moda, las más caros y ansiados perfumes, las firmas de cosméticos más cotizadas. Pero ¡Lo que son las cosas! Su modisto preferido era
Balenciaga, un diseñador español afincado en Francia y considerado el creador del arte de la alta costura, incluso el perfume que ella utilizaba,
Quadrille, tenia la firma del maestro Balenciaga.
Aun recuerdo la cara de mi hermano cuando vio aquel inmenso camión con volquete amarillo que venia de París ¡No habíamos visto nunca uno tan grande! Y mi regalo era precioso, un dormitorio completo para mis muñecas y todo de madera ¡Parecía de verdad! Aun no había nacido la Nancy pero era del tamaño perfecto para cuando la tuve, su armario con dos puertas, su cama con cabecero y colchón, su cómoda ¡No le faltaba de nada!
Aquel viaje al final nos hizo felices a todos, pero ironías de la vida, fue tan rápido y corto como su
matrimonio desgraciadamente.
Yo recuerdo los regalos que trajeron, mi hermano nada porque era muy pequeño y mi madre, ...
A ella siempre le quedará París.