30 enero 2011

Miradas

Miradas

Me gustan tus ojos.
Cuando me miras ¿Qué ves?
¿Qué buscas? ¿Qué quieres encontrar?

Mírame, no escondo nada, ¿Lo ves?

Me atrae tu mirada.
Lo que me hace sentir
cuando me encuentro con ella.

Me gusta cuando me miras.
Lo que intuyo que insinúas.

Me gustan tus ojos.
Mira los míos, quiero ver tus deseos.
Mírame, y si acierto los haré realidad.


Seguir leyendo »

29 enero 2011

Urgencia de ti

Urgencia de ti

Mi piel te reclama,
mi boca te exige.

Me apeteces,
me urges,
te tengo ganas.

Necesidad de hoy
deseo de ahora.

De placer infinito
y latidos extremos.
De escalofríos dulces
y sudores salados.

Tus ojos en los míos
mientras vamos,
volvemos,
llegamos
y volvemos a partir.

Me apeteces,
me urges,
te tengo ganas.


Seguir leyendo »

26 enero 2011

De frente

De frente

En algún momento, no se exactamente cuando ni porque, me di cuenta que andaba mirando al suelo, pero no le di demasiada importancia y enseguida me olvidé. Pero semanas atrás fui consciente de nuevo que caminaba con la cabeza baja. Llegó el momento de analizar este comportamiento y me puse a ello.

No hay nada interesante ni en el suelo ni en mis zapatos, ya soy lo suficientemente bajita (algo que nunca me preocupó) como para restar más centímetros agachando la cabeza, no debo ni puedo añadir esta postura absurda a mi depresión.
Así es que procede un cambio de actitud urgente.

No puedo andar mirando al cielo, resultaría raro, aunque esté completamente azul en días despejados, o sea una preciosa noche de Luna llena, pero tampoco quiero seguir yendo cabizbaja por la vida, no tiene ningún sentido. Tengo que andar con la cabeza alta, eso si, pero mirando de frente para encontrarme con esas caras amables y conocidas, con esas miradas llenas de cariño y apoyo que, de un tiempo a esta parte, voy evitando sin saber muy bien porque.

Andar y mirar de frente para no perderme nada, y bajar la cabeza sólo para mirar a mi niño que de momento es más bajito que yo. Creo que no es mal propósito para este año, ser consciente cuando salgo a la calle de que mi cabeza debe ir erguida y mis ojos mirar al frente.

Seguir leyendo »

23 enero 2011

Sin espacios

Sin espacios
Ni un espacio quedó de tan cerca que me tenias,
de tan fuerte que me abrazabas.

Ni un hueco, ni un resquicio.
Agarrados el uno al otro,
enganchados por la piel,
como pegados nuestros cuerpos.

Perdió su poder el tiempo
y hasta el frío desapareció
cuando el uno al otro nos desnudamos.

Sin espacios boca a boca respiramos.
Sin espacios, tan juntos
que apenas nos distinguieron las sombras.

Sin espacios,
yo sabía de tu cuerpo y tú del mío.

Anoche no hubo espacios,
ni tiempo, ni frío,
sólo tú, sólo yo,
y entre ambos ni un espacio.


Seguir leyendo »

21 enero 2011

El regalo más grande

El regalo más grande
Hay dos letras que, repetidas, forman una de las palabras más hermosas: Mamá. Sólo con oírlas siento una enorme ternura.

Desde que recuerdo me han gustado los niños, sobre todo cuando empiezan a andar y pronunciar sus primeras palabras, pero al dar a luz a mi hija todo cambió.

Desde el momento en que supe que estaba embarazada empecé a soñar como sería, lo que la diría, en como nos gustaría educarla, todo eso que a las madres nos pasa por la cabeza durante nueve meses. Mientras llegaba el momento acariciaba mi tripa esperando que el bebé lo sintiera, le hablaba y disfrutaba con cada una de sus patadas y movimientos.

Cuando llegó el momento en el que la pusieron sobre mi pecho y pude por fin verla, besarla y abrazarla, la felicidad completa vino a visitarme. Es el momento más intenso de mi vida, el que repetiría una y mil veces.

A partir de ahí cada día y momento eran únicos, la primera vez que le di de mamar, el primer cambio de pañal, cuidar ese trozo de cordón umbilical que hasta entonces nos había mantenido unidas, el primer baño, vestirla, peinarla, ... todo era especial.
Como empezaba a sostener la cabecita, descubría sus manitas, como sonreía mientras dormía, los primeros dientes, sus primeros pasos, los graciosos balbuceos, ....

Empecé a darme cuenta que cada día, cada mes, cada año, tenían algo especial, que ninguno es mejor que otro y compartir con ella el milagro de ir descubriendo el Mundo es indescriptible.

Pasar por la experiencia de la guardería, el colegio o el instituto, saber asumir que no es posible protegerla de todo por mucho que lo intente y que esto forma parte de su aprendizaje como persona, sufrir la dura adolescencia, el primer amor y el inevitable desamor, discutir, perdonar, enfadarnos, hacer las paces, reír, reír mucho, y sobre todo escucharla decir mamá.
No hay nada que llegue ni siquiera a parecerse a ese maravilloso sonido: mamá. Nada que me llegue tanto al corazón y me produzca tanta emoción.

Ser madre es el regalo más grande que me ha hecho la vida.


Seguir leyendo »

17 enero 2011

De documentos e identidades

De documentos e identidades
Tras leer las Leyendas urbanas (parte VI) que Milhaud nos desvela en el blog 'Recuerdos de Pandora' y lo que cuenta sobre los números del DNI, no tengo más remedio que contar lo que pasó con el mío.

No recuerdo exactamente la edad que tenía cuando decidí que ya era hora de tener mi DNI, pero si me acuerdo donde realicé los tramites para obtenerlo, en la comisaría del barrio de Retiro, estaba al lado de mi colegio y era la que conocía.
De las dos primeras ocasiones en que lo renové, la primera fue por extravío y la segunda porque tocaba, pero al llegar la tercera y sentarme delante de la funcionaria de turno, comenzó el momento surrealista. Era el año 1982 en la comisaría de la C/ Sta. Engracia y se había puesto en marcha el nuevo modelo de DNI, lo sé porque hacía muy poco que me había sacado el carné de conducir (esto da para otra historia pero después de leer en el blog 'Contando Cuentos' a Marita y sus Peripecias de una conductora despistada lo mío es pecata minuta, jejeje).

- Buenos días ¿me deja el carné?
- Buenos días, aquí tiene.
- (Tras teclear varias veces) Este número no existe.
- ¿Perdón? ¿Como qué no existe?
- Pues eso, que no hay ningún DNI con este número.
- Vamos a ver, lo tiene usted en la mano y ¡ESE! es mi DNI.
- Ya, pero se debió cometer un error en algún momento, bien al emitirlo o al renovarlo.
- ESE es el número que tengo de siempre, desde mi primer DNI y con él estoy dada de alta en todos los organismos oficiales, vamos, que existo en Hacienda, en la Seguridad Social, en el banco, el carné de conducir se ha emitido con el mismo número y la empresa para la que trabajo paga religiosamente los impuestos con él, tengo las nóminas para demostrarlo.
- No, si no lo dudo, pero ya tenemos informatizados todo los datos y por eso hemos descubierto el error.
- ¿...? (Momento desesperación? ¿Y ahora qué hago?
- Pues yo le emito el DNI con el número correcto y usted tendrá que realizar las gestiones oportunas en los organismos correspondientes para modificarlo.
- ¿Me lo está diciendo en serio? ¿Tengo que cambiarlo TODO?
- No hay otra solución.
- Vamos a ver, si el error es suyo deberían ser ustedes quienes enviaran una notificación al respecto.
- Eso no es posible.
- (Desesperación llegando a estado mala leche) ¿Como qué no? Para ustedes es mucho más sencillo.
- No, lo siento, ya le digo que no es posible.

Entendí que no iba a conseguir nada así es que intenté asimilar los días iba a perder yendo de un sitio a otro para "regularizar" mi situación, y todo ¡por una sola cifra que alguien se había comido! espero que se le indigestara. Al final en un día conseguí solucionarlo todo ¡menos mal! porque ese día tuve que pedir permiso en el trabajo y no quería tener que pedir más.

Pero un día recibí una carta del Mº del Interior en la que me informaban que la DGT (Dirección General de Tráfico) había recibido la notificación del error en el número de mi DNI y que habían procedido a emitir un nuevo carné de conducir con el número correcto que ya podía recoger en sus oficinas. ¡Mierda! Se me había olvidado ir a tráfico. Doble cuidadosamente la carta y la guardé en la cartera para intentar acercarme lo antes posible ... y allí se quedó, eso si, cada vez que cambiaba de cartera, la carta no se me olvidaba.

Y un día de los que llevaba a mi hija al colegio me dejé todo en casa, entraba tarde a trabajar así es que tras dejarla volvía a mi casa. Reconozco que como ni siquiera tenía que salir del coche ni me preocupé en arreglarme, es decir, llevaba unos pantalones vaqueros de esos que ya tienen la forma y son como una segunda piel, un jersey grande y agradable de los que nos ponemos para estar cómodos en casa, los botos camperos y un guardapolvos largo de color negro, es decir, no pensaba ver a nadie y mejor que nadie me viera.
Llegamos al colegio, le di un beso a mi hija y comencé la maniobra para dar la vuelta y no tener que bajar toda la calle, pero me deslumbró el sol y, de repente escuche y sentí un golpe.

Cuando salí del coche para ver que había pasado, pedir mil disculpas y empezar con los papeles de rigor, me encontré con que el coche contra el que había "frenado" ¡era oficial! y el que venía hacía mi no era el conductor ¡era un escolta! y yo empecé a sentir que me iba haciendo muuuy pequeñita y aquel hombre cada vez más grande.

- Disculpeme, el sol me ha deslumbrado y no he reaccionado a tiempo.
- No se preocupe. No  es más que un arañazo.
- (¡Uf! menos mal) Voy a por los papeles del seguro.
- No, no hace falta, simplemente me deja su carné y anoto los datos.
- (Socooorro) Bueno, verá, es que me he dejado todo en casa, sé que tendría que haber vuelto a por la cartera, pero llegábamos tarde al colegio ...
- Bueno, pues deme su nombre y apellidos, el número de su carné y un teléfono.
- (Y yo cada vez me sentía más y más pequeña) Si, mire mi nombre es Mª del Rosario ....., el teléfono es .... ¿Y qué número le doy el del DNI o el del carné de conducir?
- Da igual, es el mismo.
- (Por favor que me trague la tierra ¡ya!) Ejem ..., no ..., verá ..., es que cuando fui a renovar ....

Y le conté las aventuras y desventuras de mi DNI. Aquel hombre me miraba de arriba a abajo ¡con las pintas que llevaba! y, según yo iba hablando, su ceño cada vez se fruncía más. Yo no sabía si salir corriendo, si reírme, si llorar, ... ya me veía esposada y de camino a la cárcel. Pero aquel escolta debió pensar que era imposible que me hubiera inventado tal historia, el caso es que simplemente se despidió de mi diciendo "tenga cuidado ahora de camino a su casa" y se dio la vuelta. No sé lo que tardé en meterme en el coche, arrancar y salir corriendo, pero os aseguro que muy poco, y cuando llegue a mi casa me preparé una tila y me senté porque aun me temblaba todo el cuerpo.

Desde entonces, no salgo de casa sin revisar bien el bolso y asegurarme de que voy perfectamente documentada ¡por si acaso!


Seguir leyendo »