"En lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte os separe"
¡Uf! Con todos mis respetos, esta frase siempre me ha dado escalofríos y no me la creo.
Ni Javi ni yo somos creyentes, así es que fuimos coherentes y no cumplimos con ese rito que, entre otras cosas, es más social que religioso, pero repito, respeto a todos los que deciden pasar por el altar.
Cuando me dicen que se me ve enamorada de Javi siempre contesto que si, en este momento, a esta hora y en el día de hoy, pero no sé lo que sentiré mañana, o la semana que viene, mucho menos pasado un mes o el próximo año, y si yo no puedo poner la mano en el fuego por mi ¿Como la voy a poner por él? Si, llevamos juntos casi treinta años ¿Y qué? Eso no significa nada.
He conocido parejas perfectas de esas como de película que de repente rompen ante la incredulidad de casi todos y pierden la educación, el civismo y el respeto.
Nadie sabemos lo que ocurre en la casa de cada cual, una cosa es lo que aparentan y otra muy distinta la realidad. De la misma forma que cuando una pareja se separa la culpa es de ambos excepto en caso de abusos o malos tratos.
Un familiar me juraba y perjuraba que su relación iba bien y que no entendía porque la había dejado. Entiendo el dolor y el desconcierto, pero no hay nada peor que dar por sentado la seguridad de un amor. Una cosa es que tú te consideres feliz porque tienes lo que quieres y otra que tu pareja sienta lo mismo, eso es falta de comunicación, lo que dará al traste con cualquier relación.
La vida es corta y pasa muy deprisa. Nuestros deseos, necesidades y prioridades evolucionan con nosotros según vamos cumpliendo años, no, no quiero decir que nos hagamos mayores, ni mucho menos, sólo que aprendemos a valorar ciertas cosas que a lo mejor a los veinte ni siquiera tuvimos en cuenta. Pero sigue existiendo el amor físico, la urgencia de saciar el deseo con la misma intensidad que la primera vez, pero nadie puede garantizar que la persona que nos provoca esas sensaciones sea siempre la misma.
No, no creo en el amor eterno, creo en el amor diario, en los detalles que lo mantienen vivo, en enamorarme de él a cada momento.
Cuando nacemos abrimos los ojos al mundo, según vamos creciendo los abrimos a la vida y el amor es una maravillosa consecuencia que surge en este proceso.
¡Uf! Con todos mis respetos, esta frase siempre me ha dado escalofríos y no me la creo.
Ni Javi ni yo somos creyentes, así es que fuimos coherentes y no cumplimos con ese rito que, entre otras cosas, es más social que religioso, pero repito, respeto a todos los que deciden pasar por el altar.
Cuando me dicen que se me ve enamorada de Javi siempre contesto que si, en este momento, a esta hora y en el día de hoy, pero no sé lo que sentiré mañana, o la semana que viene, mucho menos pasado un mes o el próximo año, y si yo no puedo poner la mano en el fuego por mi ¿Como la voy a poner por él? Si, llevamos juntos casi treinta años ¿Y qué? Eso no significa nada.
He conocido parejas perfectas de esas como de película que de repente rompen ante la incredulidad de casi todos y pierden la educación, el civismo y el respeto.
Nadie sabemos lo que ocurre en la casa de cada cual, una cosa es lo que aparentan y otra muy distinta la realidad. De la misma forma que cuando una pareja se separa la culpa es de ambos excepto en caso de abusos o malos tratos.
Un familiar me juraba y perjuraba que su relación iba bien y que no entendía porque la había dejado. Entiendo el dolor y el desconcierto, pero no hay nada peor que dar por sentado la seguridad de un amor. Una cosa es que tú te consideres feliz porque tienes lo que quieres y otra que tu pareja sienta lo mismo, eso es falta de comunicación, lo que dará al traste con cualquier relación.
La vida es corta y pasa muy deprisa. Nuestros deseos, necesidades y prioridades evolucionan con nosotros según vamos cumpliendo años, no, no quiero decir que nos hagamos mayores, ni mucho menos, sólo que aprendemos a valorar ciertas cosas que a lo mejor a los veinte ni siquiera tuvimos en cuenta. Pero sigue existiendo el amor físico, la urgencia de saciar el deseo con la misma intensidad que la primera vez, pero nadie puede garantizar que la persona que nos provoca esas sensaciones sea siempre la misma.
No, no creo en el amor eterno, creo en el amor diario, en los detalles que lo mantienen vivo, en enamorarme de él a cada momento.
Cuando nacemos abrimos los ojos al mundo, según vamos creciendo los abrimos a la vida y el amor es una maravillosa consecuencia que surge en este proceso.