Fotografía tomada y revelada por J. Cirujano, mi padre. |
Cuando mi madre descubrió que estaba de nuevo embarazada, tuvo que empezar a tomar decisiones respecto a mi.
No esperaba tener otro hijo tan pronto, se había quedado en estado casi en la cuarentena así es que tenia que espabilarme para no juntarse con dos bebes a la vez, de hecho, mi hermano y yo tan solo nos llevamos 12 meses y 18 días justitos.
Decidió que tenia que empezar a andar lo antes posible y así fue, a los nueve meses ya andaba y hablaba como una cotorra.
Pero es que yo ya venia espabilada de serie como podéis comprobar en la foto, sin haber cumplido un año ya me explicaba yo divinamente.
Cuando nació mi hermano, a mi ni siquiera me dio tiempo a tener los típicos celos de hermana mayor, para mi era un muñeco enorme que hacia ruido.
Y empezó a crecer tanto y tan rápido que cuando nos quisimos dar cuenta parecía que el mayor era él.
Cuando mi hermano empezó a andar mi pobre madre no daba a basto, así es que compró unas correas en la farmacia que eran lo último de lo último, y nos permitían andar y correr libremente pero controlados por ella. Pero el mismo día que las estrenamos, una señora muy mal encarada se dirigió a ella y le dijo que si ni le daba vergüenza llevarnos como si fuéramos perros, y mi madre nada más llegar a casa tiró las correas a la basura sin pensarlo dos veces.
Yo creo que aquella señora pensó que mi madre era la niñera, porque siempre pareció mucho más joven, tanto es así que una tarde, mis padres y mis tíos decidieron ir la cine mientras nosotros nos quedábamos en casa de los abuelos y ¡A mi madre no la dejaron pasar!
Se le olvidó llevar el DNI, y por más que mi padre y mis tíos juraban que era su mujer, mayor de edad y madre de dos niños, aquel señor del cine no se creyó nada, así es que se tuvieron que volver a recogernos sin ver la película.
Mi padre aparentaba un monumental enfado, pero dejaba entrever el orgullo de ser el marido de una mujer tan hermosa.
No esperaba tener otro hijo tan pronto, se había quedado en estado casi en la cuarentena así es que tenia que espabilarme para no juntarse con dos bebes a la vez, de hecho, mi hermano y yo tan solo nos llevamos 12 meses y 18 días justitos.
Decidió que tenia que empezar a andar lo antes posible y así fue, a los nueve meses ya andaba y hablaba como una cotorra.
Pero es que yo ya venia espabilada de serie como podéis comprobar en la foto, sin haber cumplido un año ya me explicaba yo divinamente.
Cuando nació mi hermano, a mi ni siquiera me dio tiempo a tener los típicos celos de hermana mayor, para mi era un muñeco enorme que hacia ruido.
Y empezó a crecer tanto y tan rápido que cuando nos quisimos dar cuenta parecía que el mayor era él.
Cuando mi hermano empezó a andar mi pobre madre no daba a basto, así es que compró unas correas en la farmacia que eran lo último de lo último, y nos permitían andar y correr libremente pero controlados por ella. Pero el mismo día que las estrenamos, una señora muy mal encarada se dirigió a ella y le dijo que si ni le daba vergüenza llevarnos como si fuéramos perros, y mi madre nada más llegar a casa tiró las correas a la basura sin pensarlo dos veces.
Yo creo que aquella señora pensó que mi madre era la niñera, porque siempre pareció mucho más joven, tanto es así que una tarde, mis padres y mis tíos decidieron ir la cine mientras nosotros nos quedábamos en casa de los abuelos y ¡A mi madre no la dejaron pasar!
Se le olvidó llevar el DNI, y por más que mi padre y mis tíos juraban que era su mujer, mayor de edad y madre de dos niños, aquel señor del cine no se creyó nada, así es que se tuvieron que volver a recogernos sin ver la película.
Mi padre aparentaba un monumental enfado, pero dejaba entrever el orgullo de ser el marido de una mujer tan hermosa.