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Hay algo adictivo y hermoso en compartir y convivir, algo de lo que no puedes prescindir una vez que lo pruebas.

Cuando hace once años me propusieron embarcarme en esa aventura no sabia donde me metía.
Mi función en la empresa hasta ese momento era puramente laboral, entretenida y disfrutada si, pero solo era eso, trabajo. A partir de ese momento me involucraba en la vida de mis compañeros, con su permiso y aprobación.
Se trataba de organizar actividades en las que pudieran participar con sus familias en el tiempo libre, matinales de cine y circo, excursiones culturales y viajes, campamentos infantiles y juveniles, exposiciones de todo tipo, campeonatos deportivos y de juegos de mesa, y un largo etcétera.

Siempre consideré que éramos simples intermediarios, el vehículo a través del cual nuestros compañeros podían realizar aquello que querían. Cada año había que crear cosas nuevas porque las actividades de un año a lo mejor al siguiente no valían, había que crear.

Trabajar para mis compañeros resultó ser apasionante, gratificante, y a nivel personal enormemente satisfactorio. Me abrieron las puertas de su intimidad y conocí a sus familias, aprendí que tras la fachada del compañero trabajador había una vida y me invitaban a compartirla.
Cuando un padre o una madre te pregunta sobre que campamento es el adecuado para su hijo, te está confiando su bien más preciado, delega en ti con todas las consecuencias y no puedes fallarle, su hijo se convierte en tuyo.

En los viajes y excursiones, convives con ellos, compartes mesa y charla, intereses y preocupaciones, formas parte de todo ello, y yo lo disfrutaba al máximo, me encantaba escuchar sus historias, aprender de sus experiencias, y escuchar, sobre todo escuchar.

Las diferentes exposiciones te muestran facetas ocultas de aquellos que creías conocer. Aparece el pintor, el escultor, el fotógrafo, el escritor, el artista,  y mirarles en la distancia mientras ellos observan las reacciones que producen en los demás su obra, es ¡increíble!. En ese momento se inician relaciones que continuaran en el tiempo porque se comparten aficiones y desaparecen las obligaciones.

Las caras de sorpresa e ilusión de los más pequeños con ocasión de alguna de las fiestas de Carnaval o matinales de Navidad, eso ¡no tiene precio! no hay nada que supere la sensación que produce esa sonrisa, esos ojos.

Personas, con nombre y apellido, familia y emociones, intereses y aficiones. Personas con todo un bagaje tras de si. Personas con ilusiones y proyectos. Personas con alegrías y decepciones.
Las personas eran mi objetivo, dejaron de ser "trabajadores de" para ser personas, algo que no sé muy bien porque exigencias, se nos olvida en este presente torbellino laboral.

Y hoy estoy de nuevo en ese torbellino laboral y no se como manejarlo.