Llegué, te vi, te conocí y me enamoré irremediablemente.
No sé bien que fue, quizás tu arquitectura, tus playas, tus paseos, tus contrastes, tu silueta desde la cima del monte Igueldo, tu cultura, o seguramente porque es donde más disfruto de la mar. Me das paz.
Recorro tus barrios y calles andando despacio, sin prisa, guardando en la retina cada detalle.
Llego hasta una de las magníficas obras de mi escultor favorito,
Eduardo Chillida, se trata de
El Peine del Viento donde puedo oír la mar, acariciarla.
Vuelvo sobre mis pasos para llegar a
Ondarreta, la playa que antecede a tu tesoro más universal,
La Concha, la bahía serena, destino de todos aquellos que te buscan, sueño de los que te ansían. Y en ese paseo me detengo para admirar el horizonte. Un gigante a cada lado te custodian,
Igueldo y
Urgull, y en el centro, la
isla de Santa Clara, escudo natural contra las embestidas cantábricas.
La mar me llama y reanudo mi camino hacia el Paseo Nuevo que rodea Urgull. Al llegar al punto donde no te veo, me encuentro cara a cara con la mar y me quedo, la observo, la siento, la huelo y pido que suban las olas, que rompan más fuerte contra las rocas, que me moje, no importa, que me moje. Cierro los ojos y me dejo llevar por sus sonidos, no existe nada más, sólo ella y yo. Pero he de continuar y sólo digo hasta luego.
De nuevo te veo tras el
Kursaal, tu obra más moderna y rompedora, alcanzo su puente sobre el
río Urumea y al llegar al centro siempre me pregunto ¿Donde acaba el río? ¿Donde empieza la mar? Más allá llego hasta la
Zurriola, tu playa más salvaje, donde la mar rebosa fuerza y las olas atraen el espectáculo del surf y las cometas.
La cultura te representa en el
Festival de Jazz y en el Donostia Zinemaldia (
Festival Internacional de cine de San Sebastián), como los nombres ilustres que han dado fama a tu gastronomía, los
pintxos, el
txacolí, las
traineras, ...
Con razón te llamaron
la Bella Easo, eres hermosa por dentro y por fuera, aunque ahora se empeñen en que ese nombre no iba dirigido a ti, sigues siendo la más bella.
Llegué, te vi, te conocí y me enamoré irremediablemente.