15 septiembre 2010

Recuerdo

El Interior Secreto: Recuerdo

A lo largo de mi vida he conocido a muchas personas. Unas forman parte de mi mundo, otras estuvieron pero tomaron caminos diferentes y de otras simplemente no queda ni el nombre.

Cuando aun era una niña, recuerdo la importancia de las amigas, esas con las jugaba en el recreo o en las tardes de buen tiempo en El Retiro.

- ¡Mama!, mi amiga Marta me ha dicho que ...
- ¡Mama!, Marta no me ajunta ...
- ¡Mama!, María no quiere jugar conmigo ...

Mi colegio era femenino (os hablo de mediados de los sesenta y primeros de los setenta) y nosotras encantadas porque los niños sólo estorbaban.
Yo me quedaba a comer así que el grupo de amigas lo formábamos las que estábamos más tiempo juntas. Eramos inseparables.

En todos los grupos siempre hay un líder y nosotras también la teníamos. Era la que decidía a que jugábamos y cuando y la seguíamos a pies juntillas. También era la que lo sabia todo, la que nos descubría los misterios de la vida.
Ella fue la que nos informó con cara de mayor y de "pobrecitas de lo que se van ha enterar" que los Reyes Magos no existían, que eran los padres.

- ¡Mamaaaaaaaaaaa! Susana dice que los Reyes Magos no existen.

Y mi pobre madre con cara de pena por la inocencia perdida me confirmo la triste noticia, pero recurrió a "que ya era mayor" para que no se lo contara a mi hermano porque aun era pequeño (sólo le llevo un año). Y con este pacto consiguió mi silencio.

De la misma manera nos enteramos de que ¡tampoco existía el Ratoncito Pérez!

- ¡Mamaaaaaaaaa! Susana dice ...

Y mi madre la misma cara de pena y cierto aire de "a Susana la voy a matar."

- ¿Sabéis? a los niños no los trae la cigüeña, salen de la tripa de las mamás.
- ¡Hala! ¿si? ¿y como se meten ahí?
- No se meten tonta, están siempre ahí pero son muy pequeñitos. Cuando los papás le dan un beso en la boca a las mamás empiezan a crecer y cuando son grandes el medico los saca.

- ¡Mamaaaaaaaaaaaaa! que Susana dice que los niños ...

A estas alturas mi madre estaba dispuesta a cargarse a Susana.
Y mientras mis amigas espiaban a sus padres para ver si iban a tener algún hermanito, yo estaba tan tranquila porque mi mamá no tenia a mi papá para darle besos.

Y seguíamos creciendo entre juegos y confidencias. De repente un día en clase de gimnasia nos dimos cuenta de que una compañera llevaba sujetador y fuimos corriendo a ver que la pasaba. No le pasaba nada malo, como es lógico, simplemente su cuerpo estaba cambiando.

- ¿Y a nosotras también nos van a crecer las tetas?
- Pues claro ¿o no ves que todas las mujeres las tienen?

Pues no, nunca había pensado en mí como mujer ¡era una niña!

- ¡Mamaaaaaaaaaaaaaaa! ...

Pero no solo tuvimos que empezar a llevar sujetador (los de entonces picaban como demonios que no existía la lycra), sino que empezaron a salirnos pelos donde no pensábamos que pudieran salir y nos mirábamos las unas a las otras para descubrir si había más cosas que nos tenían que cambiar.

- ¡Mamaaaaaaa! ...
- No te preocupes hija, que con la cera te los quito y ni se nota.
- ¿Qué cera? ¿esa que calientas en ese cacharro pringoso?
- Si, pero no te preocupes que no te vas a enterar.
- ¿Como que no me voy a enterar si me vas a poner encima una cosa que quema y luego me vas a dar un tirón? Además ¿Para que salen estos pelos si luego hay que quitarlos cada dos por tres porque siguen creciendo?
- Cariño es que te estas haciendo mujer.
- ¡Pues yo no quiero ser mujer!

Y Susana nos seguía "educando" en los misterios de la vida, porque los cambios no habían terminado, quedaba el premio gordo. En aquellos tiempos había temas que en casa no se hablaban, pero que nos importaba a nosotras ¡si teníamos a Susana!
Gracias a ella nos enteramos que llegado el momento una vez al mes sangrábamos durante tres o cuatro días y que ¡encima dolía! Ante tanta cantidad de información no deseada yo me callaba, pensando que a mi eso no me iba a pasar.

- ¡MAMAAAAAAAA!
- ¿Qué te ha pasado? (llegó corriendo y con los ojos desorbitados porque mi grito se había oído en todo Madrid).
- ¡Ay hija que susto me has dado! contestó mientras yo le enseñaba la prueba de mi "cambio."
- No pasa nada cariño, ¡ya eres mujer! sólo eso. Mira te tienes que poner una compresa así ... Y ahora tienes que tener cuidado con los chicos, no dejes que te toquen porque a partir de ahora vas a llamar la atención y tienes que ser decente que así los chicos te valoraran más.

¿Como que ya era mujer y que sólo era eso? ¿Y que tienen que ver los chicos en esto? Que no, que estaba sangrando y ¿Qué era eso de que ahora me tenia que poner esos "pañales"? Porque eran unos tubos de gasa rellenos de un montón de capas de algodón que abultaban más que una cajetilla de tabaco y por supuesto no tenían adhesivo, ni alas, ni celulosa ultra absorbente, ni venían en discretos envoltorios, ni se sabia lo que era la palabra "extraplana."

- Pero mamá Susana dice que hay unas cosas que se llaman tampones ...
- ¡Mira estoy de Susana hasta el moño! y de tampones nada, que eso no puede ser bueno.

Pero ¿Como que no? ¡Si son el mejor invento después de la lavadora!

Y las hormonas empezaron de repente a tener vida propia, empezamos a sentir cosas que no conocíamos, pero ahí estaba Susana para explicarnos todo.
Ella fue la primera que se besó con un chico y por supuesto nos dio todo tipo de detalles, porque nosotras queríamos estar preparadas y saber que teníamos que hacer cuando llegara el momento.

- ¿Qué te metió la lengua en la boca? ¡Que asco!
- Que no da asco, que ya veréis como os gusta.
- Eso lo dirás tú, a mi no me mete la lengua en la boca nadie.

Y apareció el primer amor, ese que es el único, el hombre de mi vida, mi Romeo. Y llegó el primer beso y a éste le sucedieron otros. Como también hubo otros amores, tan dramáticos como corresponde a esa edad.

Acabamos el colegio y cada una siguió su camino, pero me acuerdo de todas ellas, de sus nombres y apellidos, de sus caras ... Todas aportaron su trocito a mi vida y me gusta pensar que ellas también me recuerdan con el mismo cariño.

A Susana Barral

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14 septiembre 2010

Días Peter Pan

Días Peter Pan

Si, tengo días o momentos Peter Pan.
Es cuando necesito dejar de ser 'adulta' y busco esos recuerdos en los que todo era más fácil, sin responsabilidades, sin presiones, aquellos en los que lo más importante era jugar, descubrir, estar en la calle, compartir risas con los amigos y lo único que decidir era ¿A qué jugamos?

Todo te lo dan hecho cuando eres niño, te dicen cuando levantarte, que ponerte, que comer, cuando acostarte, ... ya piensan los adultos por ti.

Recuerdo como eran mis despertares en época de colegio, entraba mi madre en la habitación, subía la persiana de un tirón, abría la ventana de par en par y me quitaba la ropa de la cama de golpe, en pleno invierno me levantaba de un salto. La pobre siempre andaba corriendo, demasiadas cosas en la cabeza, pero entonces yo no lo entendía.
Al final de la tarde y en cuanto la Familia Telerin salía en la tele, mi hermano y yo nos convertíamos en Cleo y Teté y al son del 'Vamos a la cama' iniciábamos el camino hacia los sueños, sin protestas, con una sonrisa, aceptando con normalidad la rutina cotidiana.

Ahora me despierta el desagradable sonido del despertador y me voy a la cama cuando puedo o cuando ya no aguanto más pero eso no significa que vaya a dormir, puede ser que pase la noche en blanco y el maldito despertador me pille con los ojos aun abiertos.

De repente te haces adulto y aparece el trabajo, el sueldo a fin de mes, las facturas en el buzón, los horarios desordenados, llevar una casa, pensar y preparar los menús diarios, cuidar una relación, educar a los hijos, tomar decisiones, analizar situaciones, solucionar problemas, salvar las crisis ...

Es cierto que no estas solo, que tu pareja comparte los mismos quebraderos de cabeza y corazón  "adultos" pero a veces yo quiero descansar de ser adulta, aunque sólo sea un rato pequeño, sólo el tiempo suficiente para recargar mi energía y volver a la realidad.

Si, lo sé, ser adulto también tiene sus cosas buenas, maravillosas muchas de ellas, pero en mis días Peter Pan quiero volar al País de Nunca Jamás, encontrarme con Campanilla y los niños perdidos para urdir un nuevo plan con el que vencer al Capitán Garfio.


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11 septiembre 2010

Tú que nunca has existido (JM Neva)

Tú que nunca has existido (JM Neva)
Míralo, se va el tiempo volando, libre y preso
acurrucado sobre el viento que nos rodea
agujas trucadas del mismo reloj travieso,
entra y sale por casa sin que nadie lo vea.

Titubea un momento, y no esperes su regreso
antaño joven ahora el cielo ya clarea,
es la historia de ese maldito reo inconfeso
que se escapa desde mil sueños, por la azotea.

Siente con alegría el vibrar de mi latido,
piel por la que resbala tu falsa corrosión
pobre diablo disfrazado ante ti me he reído.

Segundo de vida de minuto va seguido
las horas no son horas si pierdo la razón
¿Y te llaman tiempo tú que nunca has existido?

Por @jmlosuyo

Gracias JM por volver a conceder a este blog el honor de publicar tus hermosas palabras.


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09 septiembre 2010

Post-vacaciones y ¿Coleccionables?

Post-vacaciones y ¿Coleccionables?

Hay algo que nunca he entendido ¿Qué tiene que ver la vuelta de vacaciones con el bombardeo publicitario sobre múltiples y repetitivas colecciones por fascículos? Cursos de idiomas (los de todos lo años) punto de cruz, camiones, abanicos, miniaturas diversas ...

Septiembre es un mes complicado, siempre he pensado que tiene más cuesta que Enero pero puedo estar equivocada.

Veamos, volvemos de unas vacaciones en las que, inevitablemente, hemos hecho un desembolso económico, aunque hayamos ido a casa de algún amigo, a la casa del pueblo o a visitar a madres y suegras, por poco que sea ¡Algo hemos gastado fuera del presupuesto! ¿No?
Cuando regresamos comienza, invariablemente, la compra de libros de texto, material escolar, uniformes (de los que soy completamente partidaria) y todo lo referente al "ajuar" escolar que, para los que no tenéis hijos os puedo asegurar que el gasto es brutal.

Por otro lado está el tan manido síndrome postvacacional, vuelta al despertador y a la rutina horaria, reencuentro con los compañeros y un trabajo que, en la mayoría de los casos, no nos satisface pero paga las facturas y tal y como están las cosas, encima hay que dar gracias por tenerlo.
Luego están los buenos propósitos como, por ejemplo, volver a la dieta que iniciamos allá por la primavera por lo de la "operación bikini" pero que hemos abandonado en las vacaciones, claro que cuando llegue la Navidad volveremos a dejarla y cuando vuelva la primavera ¡que siempre vuelve como las golondrinas de Becquer! nos acordaremos de nuevo de la dieta y repetiremos aquello de "el año que viene no me pasa" pero pasará.

Entonces ¿de verdad alguien piensa en iniciar una colección que le ate vete a saber por cuanto tiempo? Porque, eso si, el primer fascículo son ¡sólo! 4,95€, precio psicológico que en realidad son 5€ ¡800 pts! Si, yo sigo pensando en pesetas, para mi es la única manera de ver el valor económico real, por ejemplo, 6€ parece que no es nada ¡pues son 1000 pelas! y no es ninguna tontería.

¿Alguien destina parte de su presupuesto semanal o mensual a este tipo de colecciones que, en la mayoría de las casos, desaparecen de los kioscos antes del último fascículo?

Por supuesto respeto totalmente a quien lo hace y pido disculpas si alguien se ha podido sentir molesto con mi planteamiento.

Y ahora, por favor, iluminadme con vuestros comentarios, porque como siempre, ya sabéis que ¡tengo un follón mental ...! 


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05 septiembre 2010

No es eterna

No es eterna


Este es un segundo prestado,
este un minuto de regalo,
este un momento robado.

Esta hora avanza,
este hoy no vuelve,
este ahora ya no existe.

Este tiempo tiene limite.
Esta vida no es eterna.


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31 agosto 2010

Una Vespa ... y yo

Una Vespa ... y yo

A los 16 años la revolución de hormonas nos mete en cada follón ... Aunque hay cierta dosis de vergüenza y pudor, hay también mucho de descaro y "valentía".

A esa edad no conocía aun a Javi y salía con un chico apasionado de las motos. Su medio de transporte habitual era una Vespa azul pero en casa tenia otras dos o tres de campo.
Aquella moto me causo más de un disgusto, pero a los 16 años ¡Que importaba! Tener un novio con moto que siempre venia a buscarme donde estuviera y me llevaba de vuelta a casa era genial ¡Y no presumía yo nada de aquello!

El primer disgusto fue a causa de una preciosa falda larga de aquellas tipo indio que se llevaban entonces, se enganchó en el motor y quedó para tirarla. Acababa de comprármela mi madre, yo me empeñe en estrenarla y cuando llegué a casa la bronca fue estupenda.

De aquel chico guardo muy buenos recuerdos, era cariñoso y muy atento pero estaba empeñado en que aprendiera a montar en moto, algo que nunca me había planteado y ni siquiera sabía si me apetecía, pero tanto insistió que al final accedí.

Llegó el día y fuimos a un descampado en el que poder practicar sin "peligro", por supuesto no teníamos casco, en aquellos años aun no era obligatorio.
Ahí estaba yo, sentada en la moto, las manos en el manillar y escuchando atentamente las instrucciones sobre el freno, el embrague, el acelerador y las marchas.

- ¿Lo has entendido? 
- Si (¿Si?)
- ¿Te atreves a intentarlo? 
- Por supuesto
- Pues venga. 

Embrague ¿O era primero el acelerador? ¿Y el freno cual era? ¡No me dio ni tiempo! La Vespa se quedó clavada en la arena y yo salí volando por encima de ella.
Pero no fue eso lo peor ¡No!
Lo peor fue que para evitar hacerme daño en las manos ¡las quité y aterricé en el suelo con la barbilla! Mucho mejor ¡Donde va a parar!
¿Qué por qué hice eso? ¡Y yo que sé! Ya sabéis que soy un caso, que le voy a hacer.

La verdad es que no me pasó nada, sólo una pequeña herida en la barbilla que ha dejado una pequeña cicatriz que apenas se ve y que me recuerda hasta donde se puede llegar en la inconsciencia juvenil. Bueno, también me hace sonreír, para que os voy a engañar, que aquellos años tuvieron muchas cosas buenas y me gusta revivirlas.



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